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miércoles, 16 de febrero de 2011

Los 4 Fantásticos de Stan Lee y Jack Kirby - Parte IX


Comenzaré este artículo contando brevemente de qué hablaré: del mejor y más importante ejemplo creativo en la historia del cómic, he hablado. Estamos en 1966, año en el que la cultura popular (esto es cine, música, series, etc...) comenzaba a ganar cada vez mas fuerza, importancia y sobre todo seriedad en el género de la ciencia ficción. Aparte, el Universo Marvel ya se había asentado por completo, decidido a quedarse y a evolucionar ofreciendo historias cada vez mejores a sus seguidores. El dúo formado por Stan (el hombre) Lee y Jack (el rey) Kirby se lucían de lo lindo en unos pocos títulos, estos eran los 4 Fantásticos, Thor y si me apuran el Capitán América; ofreciendo en ellos historias que desde el momento de su publicación y año tras año se vuelven más míticas y son recordadas cada vez con mayor nostalgia... Vamos, que el tiempo las trata cada vez mejor.


Muchas etapas de los cómics de superhéroes tienen en común un momento que se recuerda con más facilidad que otros, un momento que supone el cúlmen de la etapa en cuestión. Normalmente, ese momento llega al final de la etapa o, trasladándonos a otros medios, al final de la historia. Por ejemplo, los X-men de Claremont y Byrne tienen la saga de Fénix Oscura, el Daredevil de Miller su Born Again, o el Spiderman de Lee y Ditko la saga del Planeador Maestro, esta última de una duración tres números, al igual que la historia de la que hablaré en esta novena parte de los 4 Fantásticos de Stan Lee y Jack Kirby, historia que supone el cúlmen de estos 4 Fantásticos. Esta historia es, como muchos sabrán ya, la introducción en el Universo Marvel de Galactus y su heraldo Estela Plateada (Silver Surfer en el original), historia más conocida como la trilogía de Galactus; un verdadero punto y aparte que, aunque la historia centrada en los Inhumanos y sus problemas familiares en torno a la corona ya atisbaba el nuevo tono de la serie, dirigido a un público más serio, etc., la llegada de Galactus a la Tierra ponía punto y final de forma definitiva, al igual que en Spiderman la saga del Planeador Maestro, al tono imperante que había acompañado a la serie desde sus inicios, tanto en la parte gráfica como en la argumental, ambas series, tanto la del arácnido como la del cuarteto de ahora en adelante contarían con elementos mas complejos que las enriquecerían por igual, alcanzando así en sus historias un equilibrio perfecto, tan perfecto como la relación que tenían Stan Lee y Jack Kirby a la hora de hacer dichas historias. Uno ideaba, el otro creaba. Y es que si en un principio, a principios de los años 60 sin ir mas lejos, en los cómics de superhéroes diferenciabamos con claridad a los buenos y malos de la misma forma que el color blanco del negro, la presencia de algunos personajes como Galactus y Estela Plateada ya nos hacían dudar sobre si eran buenos o malos, viéndolos en tonos grises... Ya algunos personajes como por ejemplo Hulk y Namor habían dado atisbos de tener esos tonos grises, esa posición a medio camino entre lo bueno y lo malo, lo incorrecto y lo incorrecto; pero con la llegada de Galactus la forma en que se trató al personaje, sin olvidar a su fiel heraldo, confirmaban que los tiempos inocentes en los que el bueno era blanco y el malo era negro (o viceversa en cuanto a los colores), se estaban quedando atrás, y cada vez más desfasados...

La verdad es que, siendo sincero, se me antoja algo difícil escribir sobre artículos sobre algún cómic, videojuego, o película que sea una obra maestra, puesto que por mucho que me guste y por mucho ímpetu y motivación que ponga a la hora de redactar estos escritos, temo no hacer justicia a la obra con lo que escribo. Pero bueno... Miedos infundados aparte, ahi voy. Retomando la historia donde la dejé, comenzaré hablando del nº 48 de The Fantastic Four, número que supone el inicio de esta obra maestra. Sin embargo, y como ya dije, la serie cambió esa forma tan esquemática y repetitiva de narrar los acontecimientos de tono algo autoconclusivo (pero no carente del desarrollo de personajes y hechos) por otra mas compleja, para así pasar a ofrecer una colección repleta de tramas y subtramas que irían avanzando de un número a otro, engendrando más y más relatos épicos hasta llegar al final de la etapa de Stan Lee y Jack Kirby (sobra decir que algunas de estas tramas continuaron en la siguiente etapa, ya sin Jack Kirby a los lápices ni ayudando en los argumentos). Por ende, el nº 48 de The Fantastic Four comenzaba con la conclusión de la historia de los Inhumanos quienes, ayudados por los 4 Fantásticos, combatían al actual regente de Attilan en una especie de justa rebelión. Pero por desgracia, Attilan acababa siendo aislada del resto de la civilización por medio de una barrera impenetrable compuesta por energía negativa. Por suerte, los 4 Fantásticos consiguieron escapar de la ciudad estado, para desgracia de Johnny Storm y de Crystal, la Inhumana que amaba y que ahora se hallaba en el interior del domo o barrera negativa. Es entonces cuando tras mostrarnos en una viñeta la inmensidad del espacio, Estela Plateada hacía acto de presencia. Este surfista plateado, de diseño tan "cool" se nos muestra surcando el espacio con total naturalidad... El lejano espacio, en donde también se halla la galaxia Andrómeda, hogar de los skrulls, una poderosa raza extraterrestre, de las más poderosas de hecho, pero que el simple hecho de divisar a este ser cósmico hace que reaccionen ocultando con su avanzada tecnología todo su sistema solar, murmurando con temor el nombre de Galactus. Con esta escena, ya quedaba claro lo que de primeras era Galactus, y esto era un ser de tal poder que hasta en el gran imperio skrull era temido, más que su acompañante, Estela, quien guiaba a través de la infinidad del cosmos a tal amenaza, a tal fin, a tal apocalipsis.

Llegados a este punto, mencionaré que no solo fue obra de Kirby el diseño de Estela Plateada, si no que también su creación y concepción fue obra suya. Según se cuenta, Stan Lee ideaba en pocas líneas lo que quería que fuese la siguiente historia, tras comunicarselo a Kirby (normalmente por medio de conversación telefónica) éste se hacía cargo de todo lo demás, desarrollando página por página la historia, incluso añadiendo notas o aclaraciones a los márgenes por si Lee no entendía claramente lo que sucedía a la hora de hacerse cargo del guión y de los diálogos. Habiendose enfrentado el cuarteto favorito de Marvel a todo tipo de amenazas a cada cual más poderosa, Lee decidió poner punto y final a esos enfrentamientos que ya se habían tornado en algo bastante monótono y propuso, sin cortarse un pelo, el siguiente argumento: "que peleen contra Dios". Asi que con la creación de Galactus y antes primero la entrada en escena de Estela, Kirby creó a todo un icono marvelita o incluso (como lo han considerado en otros lares) un icono de la cultura pop, icono que dejó a Stan Lee descolocado en cuanto vió al surfista plateado brillando con luz propia, dejándose llevar por la infinidad del espacio sobre su tabla de surf, quedando totalmente sorprendido ante la creatividad de su dibujante.

Pero, ¿cuál era el motivo de la aparición de Estela Plateada aparte de estar cerca de Galactus? ¿Qué función u objetivo llevaban a cabo recorriendo el espacio? En ese mismo número se nos resolvieron dichas dudas. Estela Plateada era un heraldo, un ser impasible cuyo poder era superado por aquel al que guiaba en la infinidad del cosmos: Galactus, el devorador. ¿Devorador de qué? De mundos, de planetas, literalmente. Gracias a su avanzadísima tecnología, Galactus podía destruir planetas enteros, arrasandolos por completo, liberando en tal destrucción una energía capaz de penetrar su cuerpo, alimentándole. Según algunas entrevistas, Jack Kirby dijo ser un fan de distintas mitologías, como por ejemplo la griega, la nórdica o la bíblica. La trilogía de Galactus, el mismo Galactus en si mismo, evocaba la figura de Dios. Pero ¿era Dios o el Demonio?

Y es que es ahí donde radica el punto fuerte de la historia, ya que muchos se debaten sobre la verdadera naturaleza de esta historia, preguntándose si es una historia de ciencia ficción, o bien una historia llena de metaforas hacia las creencias religiosas a la par que al ateismo, o simplemente una historia apocalíptica de terror... Como acabo de decir, Galactus se alimentaba de la energía de los planetas, dejándolos tras su marcha totalmente inertes, sin vida. A pesar de su inmenso tamaño, no era como aquellos inmensos monstruos a lo Godzilla que emergían del mar o llegaban a la ciudad dispuestos a destruirlo todo dada su naturaleza salvaje o desvocada, sin ningún motivo más aparentemente... No, Galactus ni siquiera era malo, ni siquiera era bueno. Galactus esta por encima del bien y del mal, pues toda la destrucción que deja a su paso, el temor que producía el simple hecho de mencionarle, es únicamente debido a que, como todo ser vivo, necesita alimentarse. Todos los seres vivos, sin importar su tamaño, necesitan alimentarse. ¿Es culpa de Galactus el que solo los planetas sacien su hambre? Planetas que, a ojos de sus habitantes, son todo lo contrario para Galactus, pues para él los planetas son simples recursos, alimentos, y sus habitantes lo que a nuestros ojos serían simples amebas. La concepción de este amoral personaje suponía sin ninguna duda una nueva vuelta de tuerca en el género y en la forma de contar las historias que vendrían después, sin duda. Por ende, ¿representa Galactus a Dios o a un dios, con esa letra "G" en su pecho? ¿O evoca al mismísimo demonio con esos cuernos o mejor dicho antenas en los laterales de su casco? ¿Es su heraldo, Estela Plateada, su más leal sirviente, su Jesucristo? ¿O es Estela el mesías de la humanidad? Lo que esta claro es que, encarne a Dios, al Demonio, o simplemente a una entidad cósmica es algo en función de la interpretación de cada uno. En mi opinión, y como bien se dijo en la misma colección del cuarteto, Galactus es por encima de todos estos conceptos una fuerza de la naturaleza...

El que todo lector que haya leido la trilogía de Galactus se haga este tipo de preguntas es debido también al tono de la misma, a la atmósfera con la que es retratada. De primeras, tenemos como escenario la Tierra antes de su llegada, un planeta sometido a distintos fenómenos como que el cielo esté cubierto de llamas, posteriormente de asteroides, mostrándonos en esos momentos a la civilización a las puertas de una especie de apocalipsis... O como animales tan insignificantes para los humanos como las hormigas se percaten antes que ellos de la amenaza que se avecina. Posteriormente se nos descubriría por medio de la otra entidad cósmica que hace acto de presencia en la historia, el mismísimo Vigilante, quien saltándose de nuevo lo de no invertevenir en los asuntos de los demás, le cuenta a unos sorprendidos Reed y Sue que los fenómenos del fuego y los asteroides fueron obra suya gracias a uno de sus ingenios, con el que consiguió mover materia espacial con la intención de ocultar a su vecino planeta de Estela Plateada. De nada sirve, pues la Tierra es descubierta por Estela como nuevo planeta que servirá para saciar la infinita hambre de su amo, y tras aterrizar en la Tierra y disparar una descarga de energía cósmica de su propio cuerpo para indicar a Galactus su posición, el devorador de mundos entra en escena aterrizando en nuestro planeta en el lugar en donde se hallaba Estela: en lo alto del edificio Baxter, hogar y base de operaciones de los 4 Fantásticos. Y asi, con la primera aparición de Galactus, terminaba el nº 48 de The Fantastic Four.

Seguidamente, el nº 49 se iniciaba mostrándonos en una splash page el miedo en los rostros de los 4 Fantásticos (con un Reed Richards con barba de tres dias, claramente una prueba superficial de lo movidita que ha sido la colección que ni tiempo ha tenido para afeitarse). Por supuesto, y como humanos que son, los 4 Fantásticos no van a permitir que Galactus, por muy fuerza de la naturaleza o dios que sea, haga desaparecer toda vida del planeta... Esto nos lleva a pensar: si Dios nos castigara, ¿aceptaríamos su divino castigo? ¿O le rechazaríamos, por muy creyentes que fuésemos? Pero los 4 Fantásticos poco o nada tienen que hacer contra Galactus, prueba de ello que ni se inmuta al recibir uno de los más demoledores golpes de la Cosa, y con un simple ataque cósmico se quita de en medio a la Antorcha Humana como si fuese un simple mosquito. El Vigilante insiste diciéndoles que nada mas pueden hacer... Mientras, Galactus pone en marcha su convertidor de energía. Los 4 Fantásticos no desisten y continúan haciendo todo lo que pueden para frenarle, de entre ellos, Johnny Storm será el que desempeñará el papel más importante aceptando la misión que le encargará el Vigilante, efectuando un viaje por la distorsión espacio temporal, a una distancia que, como dice el mismo Vigilante, el lenguaje humano carece de palabras para describirla. Asi, la Antorcha Humana va a parar al lejano lugar en donde se halla la nave mundo de Galactus, una esplendorosa maravilla en forma de signo infinito que empequeñece a todos los mundos de su alrededor.

Este viaje espacio temporal recuerda claramente a la escena de una película que llegaría dos años después de la publicación de este cómic. Esa película es la obra maestra del cine 2001, Una Odisea del Espacio, de Stanley Kubrick. Sobre todo, la última de las escenas que muestro a continuación, las últimas ya pertenecientes al nº 50 de The Fantastic Four:




"He visto mundos... tan grandes... tan grandes... que no hay palabras..." dice Johnny Storm, en estado de shock tras volver. "Somos como hormigas... sólo hormigas... ¡¡Hormigas!!"

Todo un viaje, si señor, en el que la psicodelia que tanto caracterizó a los años 60 está bien presente, estéticamente hablando. Continando con esa comparación entre dioses y humanos, o seres superpoderosos y humanos (superhéroes incluidos), tenemos la conversación que mantiene Alicia Masters, la frágil novia de la Cosa, con el poderoso Estela Plateada en el nº 49 (como el mismo Stan dijo , "los designios del destino son ciertamente inescrutables"). Gracias a la joven ciega, Estela es convencido de que la raza humana y la Tierra merecen la salvación, descubriendo sentimientos como la belleza, la empatía y la compasión, encontrando así y por primera vez en su existencia algo digno de ser protegido. Partiendo de ahí esto llevará al inicio del nº 50 de The Fantastic Four, que comienza con Estela revelándose contra su amo, dándose cuenta por primera vez en su vida de lo que éste planea, y negándole la destrucción de la raza humana. Muchos ven esta escena como una especie de alegoría hacia el ángel caído que se revela contra Dios, y es que, tras la resolución de la historia (que no contaré con pelos y señales, pues he de decir que mis artículos están destinados tanto a gente que se ha leido estos cómics como a los que no para que se interesen por ellos), Estela es castigado por Dios, por así decirlo. Su castigo: estar encerrado en la Tierra para siempre. Un mundo grande si; pero, ¿qué es un mundo para alguien que ha surcado la infinidad del espacio y ha contemplado maravillas que nadie imaginaría? De esta forma, y tras la solución en forma de deus ex machina llega el final de este relato, un final con una resolución un tanto simple, pero aquí todos calladitos, que después de lo que ha ofrecido esta saga... Además, tras esto la serie gana un nuevo secundario. Y menudo secundario, el mismísimo ex-heraldo de Galactus.

Tras la partida de Estela en busca de maravillas por descubrir en el planeta en el que ha sido hecho prisionero, ¡sorprendentemente a la historia aún le quedaban páginas para llegar al final del número! Pero la trama de Galactus ya había finalizado. Me sorprende que una historia tan compleja, en la que han sucedido tantas cosas, durara dos números (si, es una trilogía, pero recapitulemos, comenzó casi a la mitad del nº 48, y finalizó poco después de la mitad del nº 50). Como ya dije, las tramas se sucedían una tras otra, y el resto del número nos mostró escenas que harían aumentar las ansias del lector por saber que ocurriría a continuación. Vamos, que en este punto el lector ya podía decir claramente lo de "estoy enganchado". Las páginas restantes en cuestión nos mostrarían distintas escenas: un tipo misterioso, aparentemente normal, que por algún motivo pretende quitar de en medio a los Cuatro Fantásticos; Johnny Storm en su primer dia en la universidad en donde conocería a un nuevo secundario, Wyat Wingfoot (todo un acierto que el miembro mas joven del cuarteto comenzara la universidad, ya que muchos lectores habían dejado el instituto hace tiempo). Y, finalmente, se nos mostraría una escena de los Inhumanos, pues su trama continuaría avanzando en forma de subtrama al final de este número y en los siguentes, con su objetivo de poder salir de su propio reino oculto, en donde se hallan prisioneros.

En fin, está claro que la trilogía de Galactus es toda una historia mítica, épica; con un Jack Kirby en estado de gracia que seguiría superándose tanto en su ritmo narrativo con su dibujo tan efectivo de estética "pétrea" en los humanos, un dibujo totalmente espectacular tanto en los diseños de las maravillosas máquinas que diseñaba como en la puesta en escena, la cual dotaba a la historia de una atmósfera con la que lograba envolver por completo al lector, enganchándole completamente sin despegar los ojos del cómic... Sin duda, todo un genio que, acompañado del bueno de Stan Lee, consiguió que los 4 Fantásticos no fuese solo el primer cómic de ciencia ficción adulto y serio a pesar de su patente sentido del humor, ambos consiguieron que, como venían diciendo desde hace cuatro años en la colección, los 4 Fantásticos fuese en verdad y como rezaba el título "THE WORLD GREATEST COMIC MAGAZINE"; asi de claro, sobre todo en esta etapa que comenzando con los Inhumanos y Galactus seguiría aportando nuevos elementos tan míticos a la par que épicos de los que hablaré en los próximos números, números de los que pienso hablar en los próximos artículos. ¡Nos vemos!

1 comentario:

Taicho dijo...

Galactus nos ve como una chuleta de cerdo, para él el planeta es un gran buffet libre.
Eso ocurre cuando estas en la cima de la cadena alimenticia. No es malo ni bueno, solo sigue su ciclo vital para perpetuar su supervivencia.