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domingo, 6 de marzo de 2011

Los 4 Fantásticos de Stan Lee y Jack Kirby - Parte XI


Comenzaré esta undécima parte de los fantásticos 4 Fantásticos de Stan "el hombre" Lee y Jack "el rey" Kirby hablando sobre el cuarto anual de la serie. Como se dijo en anteriores artículos, los anuales de los 4 Fantásticos contenían historias de gran importancia y relevancia para los protagonistas o algún secundario, ofreciéndonos historias que muchos lectores demandaban en los correos de la colección (curiosos los correos de las distintas series de Marvel, Stan Lee decía que se leía todas las cartas...) De esta forma gracias a los anuales asistimos al reencuentro de Namor con su raza, al origen del Doctor Muerte y la presentación de Latveria, y en el tercero de los anuales a la boda de Reed y Sue, todo un evento. Todos estos anuales fueron publicados antes de la trilogía de Galactus. ¿Que por qué digo esto? Porque tras la trilogía de Galactus las cosas no volvieron a ser lo mismo para los anuales. Siguieron manteniendo su calidad, si, pero eran ensombrecidos por las historias que estaban sucediendo en la serie regular. Para muchos seguidores estos especiales incluidos en la continuidad de la serie suponían una minúscula interrupción (que no era mala pues seguían siendo anuales de gran importancia). Sin embargo, fue tras la trilogía de Galactus, a partir de 1966, que los anuales no solo de los 4 Fantásticos si no de toda la editorial comenzaron a perder progresivamente esa característica o "algo" que los hacía tan especiales hasta el punto de acabar siendo comics que en la mayoría de los casos incluirían únicamente reediciones de números anteriores de la serie regular. De todas formas, a los 4 Fantásticos aún les quedaban unos pocos anuales bajo la batuta de Lee y Kirby. ¡Y menudos anuales!


En el anual del que hablaré hoy, el The Fantastic Four Annual nº 4, se nos presentó a la Antorcha Humana. Y no, no estoy hablando de Johnny Storm, la Antorcha Humana de los 4 Fantásticos, estoy hablando de la Antorcha original, la de los cómics publicados por la editorial en los años 40 y que hacía acto de presencia en la mítica primera portada Marvel de la historia del cómic. Era obvio que Johnny Storm, al menos en su estado flamígero, estaba inspirado en la Antorcha Humana original. Pero a pesar de lo que muchos pudieran pensar antes de leer los 4 Fantásticos, estaba más que claro que no nos encontrábamos ante la misma Antorcha. Asi que Stan Lee, ni corto ni perezoso, y tras recuperar a antiguos héroes de la golden age del cómic americano como Namor y el Capitán América, recupera en este anual a la Antorcha Humana original, que a diferencia de Jonnhy es un androide. Por desgracia,esta Antorcha Humana no conocería a Johnny Storm de una forma precisamente amistosa, ya que se encontraba bajo el control del Pensador Loco, quien acompañado de su bizarro ordenador viviente de nombre Quasimodo, contraatacaba una vez más con sus milimétricamente calculadores planes, lo que haría que la historia terminara de una forma un tanto trágica e impactante, en la que acabaríamos empatizando con Quasimodo en unas estremecedoras últimas viñetas...

En cuanto a la serie regular, retomo el tema dejado aparte unos pocos números atrás en torno a la figura cósmica de Estela Plateada. Y es que, ¿qué fue de este poderoso ser venido de las estrellas, ahora incapaz de atravesar la atmósfera terrestre? Pues poca cosa, salvo atormentarse cada vez más cuanto más conoce a los humanos. Vease la naturaleza egoista patente en ellos, lo malvados que pueden llegar a ser, su forma de actuar... Estela no llegaba a comprender como los humanos podían vivir así teniendo tal paraíso terrenal como la Tierra. En una de sus paradas, decide visitar a la chica que le abrió los ojos, a Alicia Masters. Por desgracia coincide también con una paranoica y celosa Cosa, entablando así un combate entre los dos, un choque de titanes en el que los actos de la Cosa demuestran de forma evidente que los celos no son nunca buenos, ya que nos hacen obrar de manera incorrecta si uno actua impulsivamente (incluso siendo consciente de ello, vease si no a la Cosa, enfrentándose a un ser mucho más poderoso que él...) Pero el plato fuerte en torno a Estela llegaría dos números después, en el número 57 de The Fantastic Four, iniciando en él una macrosaga cuya historia central duraría cuatro números, cifra no alcanzada en la colección hasta el momento. Dicha saga se iniciaría con el retorno del Hombre de Arena en un intento fallido por liberar al Mago de las fuerzas de la ley, pero el punto fuerte llegaría con otro retorno, el del peor enemigo de los 4 Fantásticos: el Doctor Muerte. Un tópico muy manido en muchos géneros es que el malo, cada vez que vuelve, es más poderoso que la última vez que se encontró con los buenos. Sin embargo, los héroes siempre logran sobreponerse a su ataque y finalmente consiguen derrotarle. En esta historia el Doctor Muerte vuelve tan poderoso como siempre, y es en el número 57 de The Fantastic Four donde adquiere un poder cósmico sin igual. ¿Cómo lo obtiene? Fácil, Estela Plateada se hallaba sobrevolando Europa en su terráqueo peregrinaje, y va a parar a Latveria, en donde es invitado por el monarca de dicha región a su castillo. Sobra decir que dicho monarca es el mismísimo Muerte, quien trata a su inusual huésped hospitalariamente en unas escenas en las que se nos muestran algunos interiores de la fortaleza del dictador, como ese impresionante laboratorio dibujado por Kirby que incluso llega a empequeñecer al de Richards en el edificio Baxter. Es esta confianza que le ofrece Muerte lo que acaba con Estela, ya que gracias a uno de sus inventos, Muerte consigue extraer la energía cósmica del surfista espacial y hacerla suya, obteniendo así un poder cósmico descomunal y el control de la tabla sobre la que viaja o, mejor dicho, viajaba Estela. Este momento es retratado en una splash page que oportunamente nos muestra Kirby, una splash page bien recordada por los aficionados y que se quedó grabada en la retina de toda una generación de lectores. Y es que hay que tener en cuenta que llegados a estas alturas, Kirby comenzaba a explorar los usos de las splash pages, explotándo dicho recurso convenientemente y usando este tipo de viñeta gigante justo cuando había que usarlas, produciendo un buen efecto narrativo en el lector.

Tras esto, el Doctor Muerte comienza a hacer algo bien predecible tratándose de él, y esto es comenzar a dar rienda suelta a su recién adquirido poder, probando sus nuevas habilidades cósmicas a lo largo y ancho del mundo sembrando caos, destrucción y desesperación, y jactándose una y otra vez de lo grande y poderoso que es, así tal cual, porque él lo vale. Ahora, este ególatra villano es como un dios inmisericorde y malvado entre mortales. Mientras Estela Plateada encarna conceptos como la bondad y la inocencia, el Doctor Muerte se nos muestra en esta historia como su antítesis, algo que demuestra de sobras en este y en los tres siguientes números, en una historia en donde se mezclan los nuevos conceptos introducidos en la colección desde el número 44 con los antiguos, como el regreso del mayor enemigo del cuarteto, creando una vez más todo un clásico Marvel.

Pero volveré a hablar de los Inhumanos, la otra gran familia coprotagonista de la serie. A veces pienso que si a Jack Kirby le hubiesen dado mas libertad creativa, los Inhumanos hubiesen desempeñado un papel más importante, ganando mas protagonismo me refiero, o siendo directamente los protagonistas de tener una serie propia (algo que acabaron teniendo aunque por poco tiempo). Por ende, este grupo no podía continuar más números prisionero en su propio Reino Oculto con la compañía de un debilitado y neurótico Maximus al borde de desplomarse inmerso en su locura, asi que en plena saga del regreso del Doctor Muerte, y tras un capítulo en el que Muerte les demuestra al indefenso e impotente cuarteto que es invencible y que para él no son mas que insectos (sobra decir que Muerte es un tipo soberanamente arrogante), la familia inhumana por fin logra salir de Attilan. Todo gracias a su monarca Rayo Negro quien, recurriendo a su increíble poder sónico, emite un letal grito sónico cuyas vibraciones hacen que la barrera de la zona negativa que envolvía al reino entero se esfume. Por fin eran libres, si. A partir de este momento, un inhumano que adquiriría gran importancia en la colección sería Crystal, pues al poco de salir comenzaría su relación amorosa con el chico que le gustaba, el miembro más joven de los 4 Fantásticos, la Antorcha Humana.

La forma en la que se resuelve la trama de los poderes robados de Estela evoca a esos antiguos cuentos populares en los que un niño engañaba a un ser poderoso y malvado con alguna inocente artimaña. Tras esta saga sobra decir que Estela recupera sus poderes. ¿Que cómo? Pues la respuesta la hallaréis leyendo esta gloriosa etapa si no lo habéis hecho aún... Ya que menciono la resolución de esta historia comparándola con un cuento clásico, pienso que es un buen momento para hablar de las influencias de Jack Kirby, influencias que aunque se han ido plasmando en las páginas de este cómic desde un principio, es a partir del citado número 44 de The Fantastic Four en donde de verdad este autor hace buen uso de ellas. ¿De dónde provienen pues, estas influencias? Muchos estarán de acuerdo en que fueron tomadas de diversas historias, aparte del folklore popular o incluso de Shakespeare por el tono que la colección iba adquiriendo. Kirby era un fanático de la religión, de distintas mitologías, de reinos perdidos con sus propias dinastías y realezas, algo que se pudo plasmar en varias historias. Buenos ejemplos de ello son la llegada de Galactus, los números en que los 4 Fantásticos visitaban Wakanda, Attilan o Atlantis... Nótese como conceptos mitológicos eran plasmados hábil y sútilmente en la familia real Inhumana (tenemos los nombres de Medusa, Gorgón y Tritón, una ninfa como Crystal y a alguien que los gobierna con el símbolo del rayo al igual que el mismísimo Zeus); y, claramente, Kirby era todo un fanático de la buena ciencia ficción. Mientras que posteriores guionistas que también revolucionaron el género superheroíco (aunque no tanto como Kirby todo sea dicho) tomaron conceptos de películas que tendrían gran éxito como Star Wars, Star Trek, Alien, Terminator, etc... Kirby tomaba conceptos de cómics que le marcaron y apasionaban, vease el Príncipe Valiente de Harold Foster o el Flash Gordon de Alex Raymond, así como películas de sci-fi como la clásica Últimatum a la Tierra, pasando por novelas como las del escritor Arthur C. Clarke. Sin duda Jack Kirby logró, como un año después conseguirían de la misma forma el director Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke en la película 2001: Una Odisea del Espacio, revolucionar el género de la ciencia ficción, dándole un carácter hasta ahora nunca visto. Si es que cuando uno es un genio...

En el número 61 de The Fantastic Four asistíamos nuevamente al retorno del Hombre de Arena, que esta vez se presentaba con un nuevo y pintoresco traje bastante útil a la hora de usar sus habilidades, gracias al cual pondría al grupo en jaque. Pero la principal novedad llegó en el número siguiente, en el que se nos mostraba a Reed Richards atrapado en la Zona Negativa, misterioso universo que descubrió en el pasado número 51 mencionándolo simplemente con el nombre de sub-espacio. En este número, no solo asistíamos a un papel mas que notable desempeñado por los Inhumanos (sobre todo por el inhumano acuático, Tritón), también asistíamos a la presentación del primer ser proveniente de dicha dimensión en el Universo Marvel, el feroz Blastaar, quien en el número siguiente uniría fuerzas con el Hombre de Arena formando un extraño (y letal) dúo. Cabe destacar que en todas las historias tratadas en esta undécima parte se nos muestra a unos 4 Fantásticos impotentes ante una amenaza o situación que les supera, en donde sus habilidades e ingenio son puestos a prueba a través de situaciones llevadas al límite, narradas de tal forma que mantienen al lector en vilo.

Sobra decir que la colección ya había dado grandes ejemplos de expansión del Universo Marvel, tanto hacia lo desconocido presentándonos lugares como Attilan o la Zona Azul de la Luna, así como personajes y razas alienígenas de gran relevancia como Estela Plateada, el Vigilante o los Skrulls. Es en el número 64 donde se nos presenta a la raza extraterrestre que dió origen a los Inhumanos (algo que no se sabría hasta pasados unos años), los kree. En este número se nos presenta al Centinela nº 459, un gigantesco robot humanoide que recuerda perfectamente al Gort de Ultimátum a la Tierra, robot que los krees utilizaban para que comunicara a los habitantes de ese imperio extraterrestre los avances de la humanidad (o de la inhumanidad, según se mire). La Tierra había sido un lugar que el imperio kree había descuidado desde hacía siglos, mas que nada porque el Centinela nº 459 se hallaba allí inactivo. Inactivo hasta que un par de exploradores le despiertan de su milenario letargo, haciendo que posteriormente interceptara a los 4 Fantásticos que, casualmente, sobrevolaban la zona en la que estaba ubicada su base, base que debía proteger. Pero la raza en cuestión se nos presentaría en el número siguiente, en el número 65 de The Fantastic Four con la introducción del gobernador del imperio, la Inteligencia Suprema kree, y con uno de sus sirvientes, Ronan el Acusador, quien es enviado a la Tierra para sentenciar a muerte a los 4 Fantásticos por destruir la base en la que se hallaba el centinela. Sin duda, Jack Kirby merece un sonoro aplauso por el diseño tanto del Centinela como de Ronan, que lucían un aspecto totalmente made in Kirby en su mejor época como dibujante.

Posteriormente, la raza alienígena de los kree aparecería en otras series del Universo Marvel como el complemento protagonizado por los Inhumanos incluido en Thor, así como en la serie Captain Marvel, protagonizada por un kree de nombre Mar-Vell. Sería en la serie The Avengers, con guiones del gran Roy Thomas, donde los kree se ganarían su trono en el Universo Marvel y se forjaría de manera definitiva esa intergaláctica rivalidad con el otro gran imperio extraterrestre también surgido en las páginas de los 4 Fantásticos de Lee y Kirby, el imperio skrull. Pero eso es otra historia... Lo que esta claro es que mientras los skrulls eran algo así como una representación de los arquetipos extraterrestres clásicos y propios de los años 50, los kree se nos mostraban como una raza de apariencia humanoide de piel azulada, muy similar a nosotros en cuanto a política y sociedad en tiempos del Imperio Romano, por ejemplo. Esta distinción es un claro ejemplo de que la serie se había tornado en algo mas, que había evolucionado respecto a la ciencia ficción clásica, menos compleja y centrada en aterrorizar al espectador o, mejor dicho, mas acorde con décadas pasadas...

Llegados a este punto, y como muchos sabréis, ya había quedado más que demostrado que la creatividad de Stan Lee y Jack Kirby no se había convertido ni de lejos en una sombra de lo que fue. Esta etapa de los 4 Fantásticos es un ejercicio de creatividad sobresaliente, y aunque muchos creyesen en su día que tras Galactus estos dos autores poco podrían sorprender, estaban totalmente equivocados. Las pruebas ya las habéis visto en este y en el anterior artículo: el retorno de un mítico superhéroe de la golden age, como la Antorcha Humana original, sin hacer que este personaje se acabara convirtiendo en un personaje recurrente ante la falta de argumentos como sucedió con Namor en la primera etapa de la colección (de hecho esta Antorcha solo apareció en este anual para reaparecer años después en el Universo Marvel); Pantera Negra, Wakanda, el Preste Juan, el retorno de Estela y el robo de sus ilimitados poderes por el más importante villano de Marvel y; para rematar la faena, nuevas razas, una procedente de la Zona Negativa y otra del espacio exterior. ¡Y todo en tan pocos números! Hoy en dia para todo este ejercicio de creatividad se necesitarían lo mínimo un centenar de números para contar todas estas historias (y que alcancen tal calidad es otro tema). La pregunta ahora es: ¿Se ha llegado ya a un punto en el que la creatividad de este dúo alcanzaría un parón? Aún no, de hecho, en el próximo artículo comenzaré hablando de Él. Si, de Él. Asi que, ¡nos vemos!

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