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miércoles, 9 de marzo de 2011

Los 4 Fantásticos de Stan Lee y Jack Kirby - Parte XII


Ya habían pasado seis años desde que Stan Lee y Jack Kirby crearon a la primera familia Marvel. Estamos en 1967, en la cumbre creativa de estos dos autores. Sin embargo, fue a finales de este año cuando surgió la primera gran discrepancia entre Lee y Kirby, primera de las cuales llevarían a Kirby a abandonar la editorial (que tanto le debe aún hoy en día) pocos años después. Pero primero prefiero hablar de la historia en cuestión, narrada en los números 66 y 67 de The Fantastic Four...


Dicha historia toma uno de los temas tratado en ocasiones en la ciencia ficción, que es el que nos hace preguntarnos ¿debe el hombre comportarse como un dios? ¿Y hasta dónde puede llegar su capacidad de creación? La trama comenzó en el número anterior, en una escena que sucedía mientras los 4 Fantásticos lidiaban con Ronan, el kree. En dicha escena Alicia Masters, la novia ciega de la Cosa, era convencida por un hombre misterioso que se presentó en su apartamento a que le acompañara. De algún modo, Alicia confía en él, asi que le acompaña, atravesando el misterioso portal de teletransporte por el que entró ese misterioso individuo, portal que les lleva a un complejo científico situado en alguna región remota del planeta, complejo conocido como la Ciudadela de la Ciencia, una estructura realmente impresionante, tanto por sus laberínticos interiores como por su aspecto exterior. Una vez mas, el gran Jack Kirby demostró estar dando lo mejor de sí en sus dibujos y diseños... Dicha maravilla arquitectónica se alzaba sobre el suelo, siendo imposible acceder a su interior mediante cualquier medio de transporte convencional, solo pudiendo entrar mediante un portal de transferencia, por el que entran Alicia y Hamilton, nombre del tipo que la fue a buscar. Allí, la frágil mujer es recibida por otros tres hombres que visten unos trajes científicos de estética tan futurista como el interior del lugar en donde ahora se halla. Asustada y sorprendida, uno de estos científicos le dice que no tiene nada que temer. Éste se presenta como Morlak, un experto en física nuclear. Los otros son Hamilton (el tipo que fue a buscar a Alicia), cuya especialidad es la medicina; el profesor Shinski, padre de la biología moderna e investigación genética; y por último Zota, experto en el campo de la electrónica... Alicia se sorprende aún mas al oir sus nombres, pues son mundialmente famosos en sus respectivos campos. Pero lo que mas le sorprende es que supuestamente están todos muertos, habiendo perecido en diversos accidentes. Accidentes que fueron simulados por ellos mismos, ya que prefieren no ser descubiertos para así realizar sus experimentos en la Ciudadela. Experimentos de dudosa moral, por cierto.

El principal motivo por el que éstos han recurrido a Alicia es por su gran talento como escultora, ya que es capaz de esculpir cualquier cosa con tan solo palparla un buen rato con sus manos. Algo que demuestra tras palpar la cara de Morlak y luego esculpirla en un bloque de granito... Poco después, avanzan a través del complejo, momento en el que se produce una explosión que llena de pánico a todo el personal de la fortaleza. Alicia, confusa y a la par nerviosa por el alboroto se sigue preguntando el porqué la necesitan, el porqué necesitan de sus habilidades como escultora. Morlak comienza por explicarle sus objetivos principales, cuyas metas principales son tan nobles como la erradicación del crimen, la guerra... Incluso las enfermedades, creando una nueva raza humana artificial con características perfectas. Por ende se hallaban en ese lugar tan apartado del resto de la civilización, por la dudosa moral del experimento. Partiendo de un estado embrionario, el primer prototipo de esta nueva raza de seres humanos continuó desarrollandose, hasta que se descontroló, encerrándose en la cámara en donde se encontraba a la par que comenzó a emitir un intenso brillo cegador que impedía a los trabajadores de la Ciudadela acercarse a él. Por eso necesitaban a Alicia, ya que al ser ciega, podría acercarse a la poderosa y perfecta criatura que ellos habían creado, y tras esto y gracias a sus habilidades la esculpiese para que todos los que colaboraban en el proyecto pudiesen ver la apariencia de su humano perfecto, el primero de una nueva raza... Partiendo de esta premisa, la del traspaso por parte del hombre de las leyes de la naturaleza en pos de algo en teoría mejor, los 4 Fantásticos gracias al intelecto de su líder, Mr. Fantástico, logran llegar a la Ciudadela de la Ciencia para rescatar a Alicia, pues piensan que, como es costumbre en muchas historias, ésta ha sido secuestrada en contra de su voluntad por el típico grupo de científicos locos que quieren dominar el mundo.

Científicos locos que quieren dominar el mundo... Algo bien típico en las historias de sci-fi, algo que Stan Lee prefería en esta historia, algo de lo que hablaré a continuación. Esta historia se halla enmarcada en esa segunda etapa de los 4 Fantásticos de su misma autoría iniciada en el número 44 de The Fantastic Four. Curiosamente, aquel torrente de creatividad desvocada con una marca e influencia claramente más proveniente de Jack Kirby que de Stan Lee iniciado en el citado número 44 de la serie, terminó en el número 67 de The Fantastic Four, en el que concluía esta historia. Esto fue debido a que mientras Jack Kirby pretendía crear una historia en la que un grupo de científicos pretendían crear al primero de una serie de humanoides perfectos, Lee corrigió dicha premisa, cambiando bruscamente al grupo de científicos idealistas presentados en el número 66 de The Fantastic Four por un grupo de científicos tópicos de las historias de ciencia ficción y de terror. Esto era, en pocas palabras y como he citado antes, científicos locos que "para variar" pretendían conquistar el mundo. Sin comentarios... Jack Kirby retrató en el número 66 a unos científicos que pretendían crear no solo a un humanoide, si no también a un dios, todo en pos de la humanidad desde aquella impresionante y apartada de la sociedad colmena tecnológica. Stan Lee, no de acuerdo con la idea, y debido a su influencia o mejor dicho puesto editorial, cambió los diálogos y parte de la historia brúscamente en el número 67. Esto se nota claramente en detalles como que los científicos ya no se mostraban amigables, si no como inmersos en un estado de paranoia y violencia, como al borde de la locura. De hecho, hasta admitían abiertamente que pretendían conquistar el mundo creando un ejército de superhombres. La idea de Stan Lee, a diferencia de la de Kirby, era una idea simple, tópica y poco innovadora, pero Stan Lee pensó que esto le daría mayor interés a la historia. Sin embargo, la historia hubiese sido mucho mejor de haber mantenido el rumbo iniciado por Jack Kirby, no me quepa ninguna duda de ello...

Es importante señalar este hecho entre los dos autores, ya que fue el primero de otros tantos del mismo estilo que llevarían a Kirby a abandonar Marvel de forma inesperada y pasarse a DC (la Distinguida Competencia) a principios de los años 70... El arco argumental de la Ciudadela de la Ciencia fue publicado a finales de 1967. A partir de aquí, y hasta mediados de 1970 (año en el que Kirby abandona The Fantastic Four y Marvel en general), éste gran dibujante y co-guionista (aunque esta última labor no figurara en los créditos) decidió al ver que sus aportaciones, planteamientos y argumentos eran manipulados al antojo de Stan Lee no incorporar nuevos elementos que tenía en mente para la serie. Pero eso no quiere decir que los 4 Fantásticos pasara a convertirse desde el número 68 hasta el 102 en una serie mediocre ni mucho menos, ya que la calidad en sus historias se mantuvo sin problemas, ofreciendo historias tan entretenidas como sorprendentes. Cierto es que no se crearon nuevos conceptos o elementos, pero si que gozó de momentos memorables introduciendo algún que otro nuevo personaje de menor impacto en la serie o explotando brillantemente otros tantos conceptos y personajes ya introducidos en la serie de los que pienso hablar en los próximos artículos, como por ejemplo la segunda venida de Galactus, el planeta de mafiosos, o mi favorito: la saga de cuatro números que tiene como escenario Latveria, la tierra del Doctor Muerte. De todas formas, es esta etapa de la que he hablado en éste y en recientes artículos, entre el número 44 de The Fantastic Four y el número 67 de la misma, en donde están aquellos números que hicieron de The Fantastic Four una serie tan épica y mítica, una obra maestra en sí. El cúlmen de la edad de oro de los 4 Fantásticos, sin duda. Y esta edad de oro, a pesar de ya haber tocado techo se prolongaría hasta 1970, hasta el número 102 de The Fantastic Four.

Volviendo a la historia, he de decir que esta contiene todos los elementos que han hecho grandes todos los números del tándem formado por Stan Lee y Jack Kirby. Drama, una historia inteligente a la par que llena de cierto trasfondo social y moral/filosófico, ciencia ficción, aventura hacia lo desconocido; y referencias mitológicas, pues la Colmena es en si misma una especie de "neo reino perdido", una fortaleza inexpugnable oculta del resto de la sociedad, sin especificar el lugar en el que se halla, alejándose del típico recurso de "situada en el Himalaya", "situada en el fondo del mar". No, la Ciudadela de la Ciencia está en un lugar perdido de la Tierra y, como tal, eso es lo que de verdad importa. Este hecho hace que el lector sienta la misma sensación de "¿dónde demonios estoy?" que Alicia Masters y los 4 Fantásticos. Una lástima que la historia, por las interferencias editoriales comentadas acabara torciéndose ante un impotente Kirby que nada podía hacer para impedirlo, haciendo que estos dos números no estén a la altura del otro gran arco argumental de esta etapa, la Trilogía de Galactus. Y si, puede que a algunos les sorprenda dicha comparación, pero estoy seguro de que de no ser por ese cambio final, estaría al mismo nivel. Quizás no fuese tan impactante, quizás no presentase a unos personajes tan llenos de carisma como Estela Plateada y el propio Galactus, pero los conceptos que se tratan, los temas en sí, el ritmo narrativo y sobre todo el dibujo de Kirby que número tras número había ido mejorando notablemente (hay que tener en cuenta que la trilogía de Galactus se publicó un año y medio antes de esta historia), el escenario y los personajes que se nos presentan y como se nos presenta, no tienen nada que envidiar a lo que nos ofreció la trilogía de Galactus. Y repito, si no la superó es por el final, por ese cambio impuesto por Stan Lee en las intenciones de los científicos.

Unas líneas atrás he dicho que esta saga no nos presentó a unos personajes tan carismáticos y, añado, visualmente atractivos como Galactus y sobre todo Estela Plateada, y es que el personaje en cuestión, el protagonista tras el caparazón en torno al cual giraba la historia, llamado simplemente Él, no aparecía hasta las últimas viñetas, viñetas finales de una sucesión de páginas que acababan desembocando en un trágico final... Sobra decir que estoy hablando de su auténtica apariencia, ya que a lo largo de la historia Él se nos presenta en contraposición a su verdadera apariencia muy propia del canon de belleza de tiempos pasados como en la Antigua Grecia, en un estado embrionario en el interior de un grotesco capullo desde el cual, aparte de poder comunicarse con Alicia (primer ser humano con el que este ser empatiza), emanaba una luz cegadora acompañada de un poder desbocado. Posteriormente, Él haría acto de presencia en otras colecciones de Marvel, como por ejemplo The Mighty Thor, colección en la que Kirby retomaría a este personaje fruto de su cosecha contando con una mayor libertad argumental que en The Fantastic Four, en donde fue creado. Pero en donde alcanzaría la gloria este personaje sería en los años 70 gracias al guionista Jim Starlin, dotándole de un entorno cósmico que le vendría que ni pintado. Además por esta época su nombre ya no era Él, si no Adam Warlock, nombre con el que sería rebautizado y conocido a partir de entonces.
Otra prueba más de que Él/Adam Warlock era un personaje propio de Kirby era su efectividad como personaje, efectividad que se desmostró cuando se creó a Ella años más tarde del cambio de nombre, un personaje que, al contrario de Él, fue una simple versión femenina del original carente de las características de su homónimo masculino. Una simple copia femenina, vamos... Todo esto no deja de ser curioso, pues Kirby en un principio creo a Él con la intención de que hiciese su breve acto de presencia en las últimas viñetas de esta historia para no aparecer más; pero, por casualidades del destino, décadas después seguimos contando con la presencia de este personaje cósmico. Como se suele decir, no hay mal que por bien no venga... Sin duda, no solo en los lápices Kirby no tenia rival o igual, también en la creación de personajes como Él, Estela Plateada, los Inhumanos, Pantera Negra, etc... Personajes de los que un buen puñado de ellos ya eran queridos por los lectores tanto como el cuarteto protagonista que para muchos era considerado la avanzadilla hacia nuevos conceptos, nuevos lugares, nuevos personajes con tal fuerza y efectividad que bien podrían tener su serie propia, superior incluso a The Fantastic Four. Sin embargo nunca contaron con tal apoyo por la mayoría de los lectores para que esto fuese posible, pero al menos no eran pocas las historias en las que algunos de los anteriormente citados se unían a los 4 Fantásticos contra una amenaza común, como comentaré en el próximo artículo, en el que hablaré del The Fantastic Four Annual número 5, un perfecto ejemplo de ello, entre otras muchas cosas. ¡Nos vemos!

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