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sábado, 2 de julio de 2011

Wario Land: Super Mario Land 3


Fue en 1994, dos años después del lanzamiento del Super Mario Land 2, cuando salió la tercera parte de esta saga, la cual tenía como protagonista a un personaje tan distinto como parecido a Mario. Y es que la tercera parte estaba protagonizada por su antítesis, Wario, quien ya había aparecido en el Super Mario Land 2 como jefe final del juego... Y digo parecido a Mario porque, al igual que el famoso fontanero del que partía su origen como personaje videojueguil, se dedicaba a lo que mejor se le daba a Mario: atravesar niveles plataformeros haciendo lo que mejor se le da a Mario y algo básico en todo plataformas clásico que se precie: saltar.


A veces, pienso que hacer análisis de videojuegos o, mejor dicho, de auténticos y perfectos clásicos del mundo del videojuego es algo un tanto estúpido... Quiero decir, no estoy desprestigiando dichos análisis (o tributos según se mire), gracias a los cuales puedo saber con anterioridad si un juego (sea lo antiguo que sea) que me interesa es en realidad bueno o malo, independientemente de lo que me parezca a mi tras jugarlo. Pero lo que quiero dar a entender es que... Estoy hablando de Wario, un personaje intrínsecamente relacionado con Mario, y un juego de Mario no puede ser malo (por supuesto no estoy teniendo en cuenta aquellos juegos de Mario de la consola CD-i...) Asi que estoy seguro de que con decir que el juego es muy bueno ya voy sobrado; que digo, con decir que es un juego de Mario (aunque tenga la "M" al revés), ya he dicho todo, y no es necesario hacer un análisis...

Pero claro, todos los que me suelen leer saben lo que me enrollo a la hora de escribir mis artículos, divagando hasta tal punto que terminar de leerlos es todo un logro desbloqueable (no en la Xbox amiguitos, en la vida real), y no dedicarle al gran Wario aunque sea un breve análisis de su primer videojuego como protagonista o escribir poco de un personaje tan ilustre y digno de admiración es algo que no puede ser... Pues tengo claro que Wario, y supongo que al igual que a otros muchos chavales que ahora tienen pelo ahi abajo (en los sobacos, malpensaos) es un personaje que marcó mi infancia y que con el tiempo hizo que llegase a preferir sus juegos a los de Mario, y es que esto era algo inevitable. Tras Super Mario World en Super Nintendo y la mencionada segunda parte de Mario Land en Game Boy, los plataformas de Mario de atravesar una fase de un lado a otro tal y como los conocimos hasta ese entonces dejaron de existir, hallando en Wario el sustituto perfecto, mientras Mario se dedicaba a protagonizar juegos de consolas de sobremesa más innovadores, ejemplo máxime de ello el grandioso Super Mario 64, auténtico juegazo que dió el primer y estruendoso pistoletazo de salida a una nueva forma de hacer videojuegos tridimensionales.

En fin, antes de que me desvíe y me ponga a escribir sobre el Super Mario 64 en vez del Wario Land, será mejor que me centre... Wario Land se lanzó a la venta en 1994 (a lo largo de ese año en distintas partes del mundo), y aunque llevaba la coletilla de "Super Mario Land 3", esto tan sólo era una forma que tenían los de Nintendo de hacernos ver que estábamos ante un juego lo más similar posible a lo que hasta entonces habíamos jugado gracias a los Mario Land en la portatil de Nintendo, la grandiosa (literal y metafóricamente hablando) Game Boy. Recuerdo haber visto por primera vez la carátula del Wario Land justo antes de comprarme el Super Mario Land 2, y en un primer momento pensé que se trataba de un nuevo juego de Mario, en el que asistíamos a un juego protagonizado por el mismísimo Mario que se había dado a lo políticamente incorrecto y a la comida rápida, o algo asi... El caso es que no estaba muy desencaminado, ya que aunque no se tratara del propio Mario en sí, si se trataba de todo lo contrario que éste representaba (y paso de enumerar las características y ejemplos a seguir de la personalidad y vestimenta de Mario en comparación con Wario, porque son tan obvias como darle la vuelta a la letra "M").

Llegó 1994, y el Wario Land cayó en mis manos (aunque me lo dejara un vecino, más tarde tendría mi propio y flamante cartucho de Wario Land). Y que decir del juego que no se sepa... Que molaba, mucho. Manejando a Wario, atravesábamos niveles tan distintos como entretenidos, con diferentes propuestas en cada uno de ellos aprovechando el potencial que por entonces tenía la Game Boy de forma más que notable. Manejando a Wario teníamos la sensación de que manejábamos a un personaje pesado, algo lento quizás, y los sprites, bien detallados y grandes (podíamos ver hasta las células de los personajes a simple vista, o sea, los píxeles), daban un paso más allá de lo ofrecido por Super Mario Land 2, o incluso me atrevería a decir que daban dicho paso más allá que todos los juegos de Game Boy creados hasta el momento (¿que no sabíais como eran los juegos de Game Boy por aquel entonces? Pero por dios, ¿que clase de infancia atroz y cruel o, dicho de mejor modo, distinta a la mía tuvisteis?)

Las músicas como todo lo demás en el juego también molaban, aunque he de decir que los temas serios (bastante más numerosos que los típicos temas alegres que todo juego de Mario tenía), eran muchísimo mejores, tanto en la calidad como en el ritmo, y es que los temas alegres... Ya lo decía yo de pequeño, parecían hechos a base de pedorretas (esto lo dice uno que de pequeño era muy imaginativo, y tal). Pero bueno, hablar de pedorretas y demás ruidos procedentes de nuestro interior es como hablar de Wario, de hecho Wario es como si fuese la materialización en persona de todos los pedos, eruptos, mocos y demás cosas que tuviesemos dentro (niños, espero que no estéis leyendo esto o vuestros padres no os permitirán seguir leyendo este ilustre blog).

Y que más decir tras dejar más o menos claro que estábamos ante un Super Mario Land 2 mejorado tanto gráfica como musicalmente... En cuanto a la jugabilidad, lo mismo. Más que mejorada, era distinta. Teníamos como ya he dicho antes a un Wario que se movía de forma lenta pero a la par ajustada al tamaño de los sprites y los escenarios, por lo tanto no suponía ningún problema (si no habéis entendido lo que he querido decir compraros una máquina del tiempo y pillaros el juego en 1994 que jugarlo en dicho año mola más que ahora, ya que hoy en día no tiene el HD, el 3D y demás parafernalia que considero poco más que inútil, palabra de abuelete).

Wario, sonriente, atravesaba los niveles sin que nada le dañara. Pero a diferencia de un Wario invencible como el de las siguentes entregas de Wario Land, teníamos a un Wario que podía morir ante los pinchos, podía ser aplastado (por pinchos), o caer sepultado en la lava de un volcán o por un precipicio fuese desde las más altas alturas o hacia las más oscuras profundidades oceánicas (o de los ríos, más bien). ¡Si hasta se hacía pequeñito cuando tocaba unos pinchos, tan mono él...! Esto... Si, al contrario que Mario, Wario se hacía pequeñito... pero pequeñito pequeñito; o sea, se convertía directamente en un mini Wario, con poco pelo y todo (yo le llamaba el Wario punky).

Pero esta forma de Wario era tan sólo una más de las que podía adoptar a lo largo del juego. Y es que en este juego no podía faltar algo que no podía faltar en todo buen plataformas: los power up. Teníamos distintas pociones que nos otorgaban distintas habilidades. Estas eran:

Wario toro: fuerte como un toro.

Wario fuego: mi favorita, sin duda. Me encantaba ir avanzando a la par que incineraba todo lo que se ponía a mi paso, tuviese vida o no...

Wario volador (en realidad no se llamaba así, pero es que no encuentro el manual de instrucciones en el que estaba escrito el nombre de esta forma): pues eso, un Wario que caminaba a toda pastilla y que podía incluso volar (también a toda pastilla).

A diferencia de Mario, Wario no se ensuciaba sus preciosos zapatos asesinando a sus enemigos a base de pisotones (salvo a algunos personajes como unos pájaros que se lanzaban en picado hacia él), si no que recurría a su golpe corporal (el cual ejecutábamos con tan sólo pulsar el botón B, el otro gran botón de la Game Boy). Aunque también podíamos aplastarles con nuestro trasero, o cogerlos después de reducirles con un pisotón y tras esto lanzarlos contra otro enemigo y así matar dos pájaros de un tiro. ¡Incluso podíamos cargárnoslos invocando una moneda sagrada fruto de la recolección de 10 monedas normales!

Y es que las monedas era algo que no podía faltar, y menos si hablamos de un personaje como Wario, pues su único interés y motivo para vivir es el dinero y la fortuna (la fama le da igual). Las monedas eran algo muy importante en el juego, más incluso que los corazones que nos otorgaban puntos de corazón. 100 puntos de corazón equivalían a una vida extra. Prueba de que eran tan importantes las monedas era el hecho de que tras cada nivel tuviesemos un minijuego que nos daba la oportunidad de aumentar nuestras ganancias. También había un minijuego para aumentar los puntos de corazón, pero ese no es que valiese mucho...

Pero por lo que eran verdaderamente importante las monedas, y ahi es a donde quería llegar, era que al igual que los tesoros (ocultos en multitud de fases), nos servían para que al final del juego la recompensa fuese lo mejor posible. Cuantas más monedas y más tesoros (sobre todo tesoros), más oportunidades tendríamos de obtener una gran recompensa, fuese esta finalmente una casita en la playa, un castillo, o incluso un planeta entero con el careto de Wario dibujado en su superficie.

En cuanto a los escenarios del juego, que decir de ellos... Se llevaban la palma en cuanto a bizarrismo y a la par molonidad. Los distintos niveles y el juego en sí se desarrollaban en una isla llamada Isla Cocina, y por lo tanto cada mundo (en el cual había submundos o fases en los que avanzábamos progresivamente hasta llegar al último en el que nos topábamos con el jefe final), estaba basado en algún elemento que suele estar (siempre y cuando uno sea medianamente normal y ordenado, o viva con los padres) en las cocinas. Por poner unos ejemplos, teníamos el primer mundo llamado Playa del Arroz, el segundo era un monte con forma de tetera, el tercero un volcán que simbolizaba un horno, o el quinto, que era un bosque lleno de árboles de perejil (si, tal cual). ¿Qué es lo más curioso de todo esto? Que de pequeño me lo tomaba en serio, como muchas otras tantas cosas (palabra de uno que veía los Power Ranger y no les cuestionaba en absoluto). Recuerdo preguntarle seriamente a uno de mi clase: "¿te has pasado ya el monte Tetera?" "¿Te has cargado a la cabeza voladora del volcán del hornillo?"

Los jefes finales molaban (como todos los enemigos, como todo el juego, y como todo Wario en sí mismo). Pero he de decir que me gustaban más los enemigos a los que nos enfrentábamos a lo largo de la aventura. Hablar de los enemigos del Wario Land me hace recordar con nostalgia y cariño aquellos coloridos manuales de Nintendo, que más que manuales de instrucciones parecían unos artbooks o libros de ilustraciones... Recuerdo guardarlos con gran cariño, como oro en paño, y me los llevaba incluso a la piscina cuando se daba el caso de que a la Game Boy se le habían agotado las 4 pilas que gastaba de aquella (ríanse ustedes de los cargadores y demás comodidades chorras de ahora). El caso es que el manual de instrucciones del Wario Land era mi favorito, más que nada por la galería de villanos que ofrecía al final del mismo, tan sólo superada por la que ofrecía el manual de instrucciones del Mario Land (que desgraciadamente esta última como todo el manual en sí era en blanco y negro y los nombres de los enemigos estaban en japonés, pero escritos con nuestro abecedario, ojo). He aquí unos cuantos enemigos:

Cabeza Cubo: este canijo con cara de mala leche, es eso... Un canijo con muy malas pulgas que llega a escupir flemas letales en forma de cubitos de hielo...

Pato Peligroso: o P.P., como le llamábamos yo y mi prima (la otra persona con la que compartía y comentaba mi gran afición por el Wario Land, que no se yo si se leerá estas líneas...) Este pato pues es... Eso, un pato con boomerang. ¡Y pirata! O sea, es peligroso, mucho.

Pouncer: este bloque con capacidad de movimiento era todo un enemigo a batir, hasta el punto de que era directamente invencible. Aún recuerdo lo difícil que me resultó en su día el primer nivel en el que aparecía, en el que había que huir de él por un estrecho y agobiante pasillo lleno de bloques que teníamos que romper para poder avanzar. El caso es que ahora me lo paso con los ojos cerrados, como cualquier otro nivel del juego...

Penkoon: recuerdo que mi prima y yo no sabíamos que narices era este enemigo, en qué animal se basaba, quiero decir. Al final el hecho de saber que se trataba de un pingüino fue tan sencillo como el hecho de fijarnos en su nombre. Por cierto, este personaje era asqueroso, pues esa cosa blanca que tenía en su estómago no era su barriga, era una bola con pinchos que expulsaba para atacarnos con ella, pudiendo contemplar brevemente en el momento de la eyección el interior de sus tripas. Personaje bizarro sin duda, y por ende mi malo maloso favorito.

Goom pirata: este enemigo debía de ser el primo hermano lejano, o algo, de los Goomba del Super Mario Bros (o Land, que estamos hablando de Wario Land). Como sus homónimos en los juegos de Mario, era un enemigo la mar de débil. Incluso más, ya que lo único que nos podía dañar era la lanza que portaba (por el hecho de tener un pincho, y tal).

Goom: pues eso, un Goom que no es pirata. Por lo tanto, no tiene lanza y consecuentemente es el enemigo más débil de todo el juego. No nos hace daño, ni nada... Simplemente sale y hace de saco de boxeo, y poco más...

Capitán Sirope: así era mencionado en el manual en la parte en la que se nos contaba la historia del juego (que no iba más allá de que Wario llegaba a la Isla Cocina para robar un gran tesoro), y por lo tanto yo me esperaba a un pirata malvado como enemigo final, con una apariencia similar a la de Lechuck del Monkey Island. El caso es que por culpa de los pixeles, y por culpa de los que hicieron el manual de instrucciones (y digo esto último porque no incluyeron su artwork en él), no tenía claro que era, si un hombre o una mujer. Y el hecho de que se le mencionara como capitán en vez de capitana me hacía pensar que se trataba de un error, o no... El caso es que fue en la segunda parte de Wario Land cuando me quedó claro que se trataba en todo momento de una muchacha.

El genio: sirviente del Capitán Sirope (perdón, Capitana Sirope), y enemigo final del juego. Tras derrotarle y pasarnos el juego, se convertía en nuestro procurador de fortunas, palacios o incluso planetas si le pagábamos bien.

En conclusión, una cosa está clara, y es que Wario Land, al igual que otros clásicos de Game Boy, fue de aquellos juegos de la primera mitad de los noventa que marcaron mi infancia (como tantas otras cosas, que no son pocas). Recuerdo haber jugado y rejugado a esta entrega hasta la saciedad, siendo quizás el segundo juego de todos los que tenía para Game Boy al que más jugué (el primero fue el Pokémon, por si os lo preguntáis). Me encantaba tanto este juego que cuando me tocaba ir a la piscina con mi prima y demás, nos montábamos nuestras historias en relación a este juego, incluso llegando a soltar chorradas como emular la forma que tenía Wario de nadar en las fases en donde había agua. Sobra decir que el éxito de esta "tercera" entrega de la saga Super Mario Land tuvo gran éxito, haciendo posible que de ahí se lanzaran posteriormente una segunda y tercera entrega con Wario como protagonista, que aunque también molaban lo suyo, para mi ya no eran lo mismo (y es que ya me empezaba a cerecer el pelo y tal...)

En fin, está claro que Wario Land es el típico juego que hoy en día apenas disfrutaría como un enano, ya que como mucho me lo pasaría y me olvidaría de el... Pero en su día, fue un juego que, lejos de tener ordenador o demás inventos que llegaron a mi hogar con el nuevo siglo, era de las pocas formas que tenía de matar las horas muertas (y las no tan muertas). Y eso, señores, es algo que de lo repetitivo y a la par divertido que es, acaba marcando a uno (y muy gratamente, por supuesto).

5 comentarios:

Roy dijo...

Super Mario Land 2 fue un juego muy grande, pero Wario Land ya era una locura total, yo también me enamoré de este juego perdidamente, uno de los mejores plataformas de GB junto a Kirby's Dream Land 2.

Lo de ser el alter ego de Mario dio mucho juego para hacer un protagonista "malo", si la memoria no me falla, en la publicidad de las revistas Nintendo lo anunciaba con el titular de "Es feo, gordo y malo", toda una declaración de intereses :D

Fíjate si me atrapo, que una vez acabado, lo empezé de nuevo para pasarmelo con la menor cantidad de monedas posible y luego ir pasándomelo con más dinero cada vez para poder ir viendo todos los finales, hasta me los apuntaba en una lista por orden y con la cantidad de dinero que debías tener para lograrlos, la de tiempo y esfuerzo que me hubiese ahorrado con Internet xD

El Tipo de la Brocha dijo...

Uno de los mejores plataformas de Game Boy. En su día, me costó conseguir todo el botín.

Old School Generation dijo...

Un juego maravilloso.
Y un gran exponente de las mejores plataformas para GB.
Aunque sigo prefiriendo la segunda aventura protagonizada por Mario, que es mi juego preferido para Game Boy.

Anónimo dijo...

Una maravilla de juego.

Lo de género de Syrup creo que lo hiceron aposta para dar la sorpresa al ver qe era una chica.

Anónimo dijo...

"wario volador" el nombre real es "Wario Reactor".