ATENCIÓN, AVISO PARA HISPANOHABLANTES: RECOMIENDO ENCARECIDAMENTE VER LAS PELÍCULAS Y SERIES AQUÍ RESEÑADAS EN VERSIÓN ORIGINAL SUBTITULADA EN ESPAÑOL (V.O.S.E.)

miércoles, 23 de noviembre de 2011

El lobo humano




El hombre lobo fue el último de los cuatro monstruos más importantes del cine de terror de la Universal de los años 30 en ser creado (cinco, si incluyo al hombre invisible en la enumeración, junto al monstruo de Frankenstein, Drácula y la momia). A diferencia de los otros, y, exceptuando a la momia, el hombre lobo no tenía ningun antecedente literario. Simplemente, formaba parte del imaginario colectivo, como una criatura legendaria más que, en sus orígenes (los cuales datan de la Edad Media), tenía más relación con el bien que con el mal. Pero durante los siglos, dicha concepción fue cambiando, hasta el punto de que la figura del licántropo acabó estando más asociada con la hechicería y la magia negra, como si fuese el resultado de una maldición transmitida por una bruja, por ejemplo. Leyendas sobre el hombre lobo se contaban en lugares como Transilvania; por lo tanto, muchos lo veían como un protector contra los vampiros, el único capaz de vencerles, a pesar de que, al igual que ellos, era un ser de naturaleza maligna. Fue gracias a "El lobo humano", film de 1935, también conocido como "El hombre lobo de Londres", "Werewolf of London", en el original, cuando se comenzaron a sentar las bases y características que todos conocemos acerca de los hombres lobo, de entre las cuales, la transformación de hombre a lobo bajo la luz de la luna llena es la más popular de todas. Pero será mejor que deje de hablar del mito de la criatura y pase a hablar de la película en sí...

Ficha técnica:

Título: El lobo humano

Título original: Werewolf of London

Año: 1935

Duración: 75 min.

País: Estados Unidos

Director: Stuart Walker

Guión: John Colton (Historia: Robert Harris)

Música: Karl Hajos

Fotografía: Charles J. Stumar (B&W)

Reparto: Henry Hull, Valerie Hobson, Warner Oland, Spring Byington, Lester Matthews, Ethel Griffies, Clark Williams, J. M. Kerrigan, Charlotte Granville, Zeffie Tilbury, Jeanne Barlett, Renigald Barlow

Productora: Universal Pictures

Género: Terror. Fantástico. / Hombres lobo.


"El lobo humano" es la primera película de licántropos de la historia. En décadas anteriores a su estreno ya se habían hecho una o dos películas que trataban muy superficialmente esta temática; pero, entre que las cintas originales fueron perdidas, y que el tema de hombre que se transformaba en lobo se trataba como una maldición hereditaria (o incluso como una alucinación), bien podemos afirmar que estamos, pues, ante la primera de hombres lobo tal y como los conocemos hoy en día. Los orígenes del film se remontan a 1932, cuando la Universal, fiel a su recién instaurada política de hacer producciones basadas en monstruos del folklore popular, todo gracias a Carl Laemmle Jr., el jefe de la compañía, se decidió a llevar, en esta ocasión, el mito del hombre lobo a la gran pantalla. En un principio, Boris Karloff adoptaría un papel relevante; pero luego, sería Lugosi quien tomaría dicho papel. El proyecto se fue adelantando, y, al final, ninguno de los dos participó en el film, que acabó estrenándose en 1935 bajo la dirección de Stuart Walker. El personaje que les había sido asignado, el doctor Yogami, fue interpretado, finalmente, por Warner Oland. Sin embargo, éste no era el protagonista.


La historia comienza en el Tíbet, en donde se hallan el doctor Wilfred Glendon (Henry Hull), un londinense experto en botánica, quien, acompañado de su ayudante, están realizando una expedición en busca de una misteriosa flor, la mariphasa luminam lupina, una flor fosforescente que, según se dice, crece bajo la luz de la luna e, inexplicablemente, sólo se encuentra en aquella región perdida de la mano de Dios. A pesar de que son advertidos de cosas que es mejor que sigan sin ser descubiertas por un hombre que rondaba la zona, éstos ignoran sus consejos, y deciden emprender la escalada en busca de la planta en cuestión. Finalmente, y tras un arduo camino, dan con ella. Es en ese mismo instante cuando Glendon es atacado por una misteriosa criatura, una especie de hombre con rasgos más acordes con los de una bestia peluda, una especie de hombre lobo que, ferozmente, le muerde en el brazo.

Por suerte, consigue sobrevivir, y un tiempo después, sano y salvo, ya en Londres, en el laboratorio que está en el sótano de su hogar, Glendon continúa sus investigaciones con la planta que tanto trabajo le costó encontrar, con la herida del mordisco convertida en una gran cicatriz. Poco sabe que a causa de la mordedura se convertirá, en las noches de luna llena, en una criatura como la que le atacó en lo alto del Tíbet... Una criatura que libera la peor parte de hombre y de lobo, como bien dice el doctor Yogami (Warner Oland), un hombre de raza oriental especializado en licantropía, quien, misteriosamente, sabe lo del mordisco, y acude a él para pedirle una muestra de la flor y así desarrollar un antídoto que impida la transformación. Glendon, pensando que lo que Yogami quiere es robarle su descubrimiento y hacerlo suyo, acaba expulsando de su laboratorio al bienintencionado doctor. Para empeorarlo todo aún más, su esposa, Lisa Glendon (Valerie Hobson), ha recibido, en el peor momento, la visita de un antiguo amigo y a la par amante suyo, Paul Ames (Lester Matthews).


Olvidaros de esos hombres lobo bípedos que, en su estética, poco tienen que ver con un humano (salvo el hecho de que se puedan mantener perfectamente erguidos sobre tan sólo dos patas). En "El lobo humano", como primer film de lincántropos, tenemos un precedente de lo que sería el hombre lobo que todos conocemos. Enumeraré algunas diferencias entre esta película de 1935 y las cosas que hoy en día todos sabemos acerca de estas fantásticas y peludas criaturas, empezando por la de la planta... Muchos saben que uno de los puntos débiles de un licántropo son las balas de plata, elemento que aquí brilla por su ausencia. En esta ocasión, la sabia de la planta hallada en el Tíbet es el único elemento que puede servir para crear un antídoto para retirar la maldición de forma permanente. Además Glendon, de no matar a una persona joven en su forma de hombre lobo, mantendrá dicha apariencia para siempre, como si esto fuese una especie de regla o norma a seguir para volver a ser humano al día siguiente... De ahí que le veamos realizando escapadas nocturnas, en contra de su voluntad humana, en busca de alguna joven presa (femenina) a la que matar... curiosamente, se toma incluso la molestia de ataviarse con una bufanda, un chaleco y una boina, dejando claro que a este primerizo hombre lobo, a diferencia de los que vendrían después, le quedaba bastante de humanidad o raciocinio. Por último, este licántropo tenía la capacidad de hablar aún en su forma lupina, como bien se puede comprobar poco antes de los créditos de cierre. Aún así, a pesar de todo lo anterior, ya vemos algunos elementos básicos en todo buen hombre lobo que se precie, como por ejemplo: la transformación al exponerse a los rayos de luz emitidos por la luna llena (quizás la mayor aportación de este film), la falta de raciocinio y una mayor presencia de salvajismo en su forma de ser tras transformarse, etc...

Cabe destacar que, a lo largo del metraje, asistimos a una clara presencia de una dualidad constante entre elementos opuestos entre sí. Tan sólo hay que ver al protagonista: un científico tranquilo e inteligente que, bajo los efectos del plenilunio, se convierte en una bestia prácticamente irracional, cuyo único placer lo hallará, irremediablemente, en el asesinato de jóvenes mujeres ligeras de cascos, todo lo contrario que su amada. Y no sólo eso, en la exposición botánica vemos como entre las plantas, unos seres vivos, en teoría, estáticos, hay algunos especímenes que llegan a moverse, como bien se puede contemplar al ver como una planta carnívora atrapa a una mosca. Hasta en los escenarios está presente dicha dualidad: partiendo de la localización de la flor en un lugar en el que, teóricamente, no debería existir vida vegetal; los barrios ricos y adinerados, con esa gente tan culta y refinada organizando fiestas y, por el contrario, los barrios bajos de Londres, con gente de la peor calaña empinando el codo en sucias y mugrientas tabernas; la noche y el día, la luna llena y el sol... Esta dualidad presente en todo momento, en especial en el protagonista, hace que la propuesta del film, básicamente, sea más cercana a la novela de Robert Louis Stevenson, "Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde", la cual ya tuvo su propia adaptación cinematográfica cuatro años antes del presente film.


Pero si hay algo que destaca por encima de todo lo anterior, y, si nos atenemos a una cuestión simplemente estética, es la imagen del hombre lobo, la cual, aunque a lo largo de las décadas ha tenido significativas variaciones, mantuvo durante buena parte de las décadas posteriores a este film la imagen que aquí lucía el actor Henry Hull. Curiosamente, la intención de Jack Pierce, el por entonces maquillador de prácticamente todo el repertorio de criaturas de la Universal, era cubrirle el rostro de bello facial, embruteciendo así, aún más, sus rasgos; haciéndolos más cercanos a la visión que él tenía de un ser mitad hombre, mitad lobo. Esto no fue posible, ya que Henry Hull se negaba rotundamente a que le maquillaran de tal forma que su rostro resultara irreconocible ante los espectadores. Además, y, a diferencia de otros actores como Boris Karloff, se negaba a pasar tanto tiempo en una sesión de maquillaje.

Uno de los problemas a la hora de elegir al reparto de "El lobo humano" fue que se optó por actores que poco, o nada, tenían que ver con las películas de terror. Años después, Henry Hull se avergonzaba de este papel, afirmando, directamente, que incluso el estar dormido le parecía algo más emocionante que ver esta película... De hecho, se alegraba de no haberse quedado encasillado en dicho género, el de los monstruos, ya que en los años 40, como bien pudieron comprobar de primera mano otros actores como Lugosi o Lon Chaney Jr., degeneró bastante.

De todas formas, el resultado del maquillaje, lejos de la calidad que Pierce alcanzó maquillando a otras estrellas como Boris Karloff o Lon Chaney Jr., resulta, desde su simpleza, bastante efectivo. Más si a esto le añadimos la transformación de Glendon de ser humano a lincántropo, la cual, en una primera transformación, contemplamos desde detrás de unas columnas que ocultan al protagonista; para luego ver una segunda metamorfosis, sin obstáculos de por medio, en un proceso de superposición de imágenes bastante logrado para la época. (Lejos quedaban las impactantes transformaciones que se verían décadas después, en los años 80, como en "Aullidos" o en la película de culto "Un hombre lobo americano en Londres", con quien comparte cierta similitud con la presente en el título).


En cuanto al resto del reparto, quien más destaca es el pacífico doctor Yogami, haciendo de persona con sabios consejos que, debido a prejuicios infundados en Glendon, son rechazados y es echado prácticamente a patadas de su laboratorio. Es curioso que, en los años 30, cuando el cine norteamericano tenía un aire claramente racista, en el que los orientales hacían acto de presencia como esa raza exótica a la que tan bien se le daba trabajar o urdir planes tan extraños como por entonces lo era el Lejano Oriente para los occidentales (tan sólo hay que ver "La máscara de Fu-Manchú", de 1932, como ejemplo de lo que estoy hablando), aquí los orientales se nos presenten sin prejuicio alguno (quizás a excepción de los que aparecen al principio del film, o sea, la gran mayoría). Lo mismo sucedía en "La momia", en la que había cierto aire de respeto ante las culturas ajenas a la occidental. Algo, a mí parecer, realmente admirable, más si hablamos de unas películas tan antiguas.

Centrándome en el resto del repertorio de actores y personajes, se podría decir que estos cumplen en su justa medida, o ni eso... Algunas actuaciones son tan exageradas que resultan irrisorias, como las dos viejas borrachas que regentan un motel al que va a parar Glendon. El momento en el que una de ellas recuerda con añoranza a su marido, para luego describir cómo éste la maltrataba a ella y a su hijo, es una clara prueba de los intentos por parte del director de darle cierto toque cómico a la cinta, cosa que, al contrario que James Whale en "La novia de Frankenstein" o "El hombre invisible", no logra.


Tras su estreno, la película resultó ser un fracaso en comparación a los otros éxitos de la Universal. No fue hasta 1941 con el estreno de "El hombre lobo", de George Waggner, esta vez protagonizada por una cara reconocible en el papel de licántropo, la de Lon Chaney Jr., que el mito de los hombres lobo también se convirtió en un mito del formato cinematográfico. Prueba de ello es que de este film no se hiciese ninguna secuela y, por el contrario, del protagonizado por Chaney sí... Pero claro, ya de primeras a Henry Hull no le hacía gracia el hacer de bestia que se dedicaba a ir de un lado a otro gruñendo, aullando, rompiendo ventanas y demás lindezas (supongo que necesitaría el dinero, o algo), y en cuanto al resto del reparto, lo dicho, no estaban muy familiarizados con las películas de terror. Como resultado del rechazo por parte de Hull de su papel, tenemos una actuación, por su parte, algo seria. Demasiado seria, e incluso forzada, diría. Además, al contrario que los demás monstruos de la Universal, aquí Glendon transformado en hombre lobo no transmitía prácticamente nada (el monstruo de Frankenstein era una bestia trágica y atormentada, Drácula era una clara alusión al pecado, la momia representaba el tormento de no ser amado, etc.)

En conclusión, "El lobo humano" es un film que tan sólo sentaba las bases de un subgénero, el de los hombres lobo. De todas formas, si a esto último le sumo lo entretenido que resulta de principio a fin, así como los escenarios, convincentemente ambientados, la pegadiza e inolvidable (al menos para mí) banda sonora y, sobre todo, ese aire añejo tan propio de estas producciones, me basta y sobra para calificarle con la siguiente... :

Valoración personal: 7/10.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que pinta más curiosa tiene el actr con el maquillaje. Ya sabemos en qué se inspiraron para crear a los semiorcos.