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lunes, 21 de noviembre de 2011

La momia


De todo el repertorio de monstruos y freaks salidos de la Universal durante los años 30, cuatro son los más importantes: Drácula, quien inició en 1931 lo que luego se conoció como el ciclo de monstruos, o de terror, de la Universal; Frankenstein, quien, ese mismo año, hizo que la compañía se reafirmara en lo de que este tipo de producciones podían ser bastante rentables dados los buenos beneficios que le suministraba cada nueva película; el hombre lobo, cuyo film de 1935 fue el primer éxito de licántropos cinematográfico; y, como no, el monstruo del que hablaré hoy: la momia; quien debutó en 1932, tan sólo un año después del éxito de Frankenstein. Y cito a Frankenstein ya que el actor que encarna al monstruo en "La momia" es, una vez más, Boris Karloff, el gran Karloff...


Ficha técnica:

Título: La momia

Título original: The Mummy

Año: 1932

Duración: 72 min.

País: Estados Unidos

Director: Karl Freund

Guión: John L. Barlderston

Música: Peter Tchaikovsky

Fotografía: Charles Stumar (B&W)

Reparto: Boris Karloff, Zita Johann, David Manners, Edward Van Sloan, Arthur Byron, Noble Johnson, Leonard Mudie

Productora: Universal Pictures

Género: Terror. Romance. / Antiguo Egipto.


Antes de empezar a hablar sobre la película en sí, hablaré del contexto, de la época en que se estrenó. Esto es importante ya que el éxito que obtuvo no sólo fue debido a que contara con el gran Boris Karloff en el papel más importante, sino también a que se estrenó en el momento más oportuno. En 1932 ya habían pasado diez años desde el descubrimiento de la tumba, prácticamente intacta, del faraón Tutankamón, en los años 20, y esto hizo que se difundiera la leyenda urbana de que dicho descubrimiento podría traer consigo una maldición... John L. Balderston, periodista que ya en los años 20 había hecho posible que se adaptara la versión teatral del clásico literario de Bram Stoker, Drácula, era consciente de este hecho, así que gracias a él, y afín a la política de Carl Laemmle Jr (el dueño de la Universal por aquel entonces) de adaptar viejos mitos en las pantallas de cine, y, por supuesto, en todo momento bajo la batuta del director Karl Freund, se puso manos a la obra al igual que el resto de involucrados en el proyecto para dar lugar al éxito de 1932 de la Universal; un éxito con cierto aire egipcio, como el que tenían algunos cines de lujo de los años 30. Así que, aunque se dice que los más claros antecedentes de este film están en algunos cuentos de Sir Arthur Conan Doyle y Edgar Allan Poe, el verdadero antecedente está basado en la mencionada leyenda urbana, tan popular durante los años 20.


Pero en la película nuestro "monstruo" no es el faraón Tutankamón resucitado. De hecho, no se llama como el famoso faraón, sino que su nombre es el de Imhotep (Boris Karloff). Y digo "monstruo", entre comillas, ya que más que un monstruo tenemos a un humano resucitado, un humano que, gracias al conocimiento de unas misteriosas artes oscuras, es capaz de realizar conjuros mágicos. Tan mágicos y sobrenaturales como el maleficio que le devuelve a la vida en 1921, 3700 años después de que fuese condenado a ser embalsamado y enterrado vivo junto con el papiro de Thoth, un documento de tanta antiguedad como el Antiguo Egipto, el cual le devolverá a la vida en el momento en el que sea desplegado ante ojos curiosos, como no tarda en descubrir uno de los tres arqueólogos que se hallaban desempeñando su trabajo de investigación arqueológica en esas antiguas tierras, quien, al poco de contemplar como la momia de Imhotep cobra vida, enloquece.

Diez años después, en 1931, Sir Joseph Whemple (Edward Van Sloan), uno de los tres arqueólogos que desenterraron la tumba de Imhotep, vuelve al lugar donde encontró la tumba, esta vez acompañado de su hijo, Frank Whemple (David Manners). Una vez allí, conocen a un misterioso hombre de rostro arrugado llamado Ardath Bay, quien es, ni más ni menos, el propio Imhotep haciéndose pasar por un ser humano. El objetivo de Imhotep, bajo la identidad de Ardath Bay, es que los arqueólogos desentierren la tumba de su amada, a la que intentó resucitar hace miles de años, tras su muerte, mediante métodos tachados de arcanos, motivo por el que fue sentenciado. Una vez desenterrada, éste pretende transmitir el alma de la mujer, llamada Ankh-es-en-amon, por medio del papiro de Thoth, al cuerpo de Helen Grosvenor (Zita Johann), una descendiente de la princesa a la que amó hace tanto tiempo...


Desde cierto punto de vista, "La momia" es una película muy similar al "Drácula" de Tod Browning, hasta el punto de que muchos, por su temática, la han considerado una especie de "remake", por así decirlo. Los motivos para afirmar dicha comparación no son pocos, aparte de que al inicio de la cinta escuchemos, durante los créditos, el famoso pasaje del ballet "El lago de los cisnes", de P.I. Tchaikovsky; ballet que, curiosamente, trata sobre una historia de amor con maleficio de por medio. Imhotep y Drácula son dos seres que han vuelto de la muerte, viviendo así una segunda vida. Ambos, en cada película, están encarnados por los dos actores más famosos del cine de terror de este periodo: Bela Lugosi y Boris Karloff, respectivamente (ambos aparecerían juntos por primera vez en pantalla en "Satanás", en 1934). Además, tenemos en "La momia" a algunos actores de "Drácula" desempeñando roles similares. Edward Van Sloan, antiguo Van Helsing, asumiendo el rol de Joseph Whemple, vuelve a hacer de experto en una determinada ciencia, en este caso la arqueología, siendo un hombre que cree a pies juntillas en lo científico más que en lo fantástico, aunque tiene cierto miedo, e incluso respeto, a lo desconocido; y David Manners, quien hizo de Jonathan Harker un año atrás, hace, una vez más, del caballero de la película, del hombre que conquista a la damisela en cuestión, y cuyo amor se interpone en los planes del monstruo, en este caso un resucitado Imhotep.

Pero también hay diferencias. Por ejemplo, y, a diferencia de "Drácula", "La momia" cuenta con un ritmo más acorde con el formato cinematográfico que el teatral, cosa que no sucedía en el clásico de Browning, el cual adolecía de un ritmo, en ocasiones, exasperante. Además, no es una película lenta. En ningún momento, a mi parecer, se hace aburrida... De hecho, una vez terminado su visionado, a uno le queda la sensación de que podían haber contado más cosas, o que algunas se han desarrollado algo rápido. Y, volviendo a hablar de los personajes estelares de ambos films, tenemos a Drácula, un ser malévolo, promiscuo a mantener relaciones con varias mujeres, que no se encapricha ni de una ni de dos, sino de muchas mujeres... Por otra parte, Imhotep es un ser que, aunque ha vuelto a la vida mediante un maleficio milenario, sigue siendo humano, al fin y al cabo, y comete actos de dudosa moral únicamente en pos del amor que siente por la única mujer que ha amado en su vida, cuya alma se halla reencarnada, para desgracia de Frank, en Helen Grosvenor.

En "Drácula" el director fotográfico, que ejerció también de director, fue Karl Freund, un tipo al que catalogo como "genio". Y es que este director de origen austro-húngaro, director de fotografía del expresionismo alemán (a destacar su trabajo en "El Golem" y "Metrópolis"), ya había realizado algunos trabajos dignos de un aplauso al poco de llegar a tierras estadounidenses. Tras ocuparse de la fotografía de "Doble asesinato en la calle Morgue", y de dirigir en la MGM el remake de "Las manos de Orlac", tomó la dirección en este nuevo clásico de la Universal. Aunque, en esta ocasión, su nombre no figure como director de fotografía, es innegable su influencia en esta parte. Si he de destacar dos momentos que se me quedaron grabados en la mente, estos son: el momento (o momentos) en el que Imhotep observa a algún mero mortal de su alrededor con su mirada; una mirada seria, brillante, perturbadora...


Una mirada que, iluminando sus ojos y dejando el resto de la cara ensombrecida, gana mucho en efectividad. El otro gran momento inolvidable es aquel en el que éste ser de miles de años de antigüedad le relata a su amada, a través de un pozo de aguas místicas, su pasado, y el porqué fue condenado por el faraón. Un flashback que no sólo nos muestra sin ningún pudor el primer empalamiento en la historia del cine, sino que también, y, teniendo en cuenta la ausencia de sonido (tan sólo oímos la voz de Karloff, o sea, la de Imhotep), Freund se permite mostrar algunos guiños y recursos propios del cine mudo de la década anterior...

Antes hablaba de lo efectivo del rostro de Karloff haciendo de Imhotep, pero esto no hubiese sido posible de no ser por el magnífico trabajo de Jack P. Pierce, quien se ocupaba de maquillar a prácticamente todos los actores que hacían de monstruos en los estudios de la Universal. Sin lugar a dudas, el maquillaje que le aplicó a Karloff en esta ocasión resultó ser el más impactante de todos, y, consecuentemente, el más complicado. Se dice que en maquillarle, Pierce tardaba unas 8 horas; y, cuando le maquilló y además le vendó, tal y como saldría al principio, tardó unas 18 horas en completar el trabajo. Puede que esto sorprenda a muchos, haciendo que se pregunten cómo es posible que un actor trabaje tanto, si está incluso prohibido... Pero era 1932, y de aquella aún no existía un Sindicato de Actores que impidiera trabajar tantas horas seguidas.


Cuando se habla de la momia, del monstruo en sí, muchos piensan en un ser vendado de la cabeza a los pies que se dedica a ir de un lado a otro persiguiendo gente... Pero en esta ocasión es todo lo contrario. La mayor parte del metraje, exceptuando la escena inicial, Karloff aparece haciéndose pasar por un humano, sin vendajes, claro está, hablando casi todo el rato (aquí Karloff no estaría tan limitado como en otros roles). El principal motivo por el que la momia forme parte del imaginario colectivo tal y como la he descrito es debido a las secuelas que se hicieron de esta película. Aunque secuelas no es el término apropiado para designarlas, ya que iniciaban una nueva historia, con nuevos personajes, incluso la momia era otro personaje ajeno a Imhotep. En esas películas, tituladas "The Mummy's Hand" (1940, Christy Cabanne), "The Mummy's Tomb" (1942, Harold Young), "The Mummy's Curse" (1944, Leslie Goodwins), "The Mummy's Ghost" (1944, Reginald Le Borg), y, por último, la delirante "Abbott and Costello Meet the Mummy" (1955, Charles Lamont), la momia sí que aparecía vendada de la cabeza a los pies en todo momento. Que se hiciesen tantas películas, durante tantos años, con el monstruo luciendo de esta guisa, es motivo más que suficiente para que todos nos lo imaginemos así. Además, cuando la película se promocionó durante 1932, antes de su estreno, los de la Universal siempre mostraban a su nuevo monstruo tal y como aparecía al principio de la cinta. O sea, envuelto en vendajes y en el interior de su sarcófago, en pose de letargo.


Mientras que las otras producciones de la Universal mencionadas en este artículo pueden ser consideradas, desde cierto punto de vista, como películas de terror, "La momia" es, de todas ellas, la que menos podría ser considerada como tal, ya que, al fin y al cabo, lo que tenemos en ella es una historia de amor imperecedero (y nunca mejor dicho). Un amor como el que Imhotep siente por su amada, un amor que ha traspasado las barreras del tiempo (y el espacio). Un amor entre la vida y la muerte, al fin y al cabo... En conclusión, estamos pues ante uno de los mejores films de la Universal de esta época (si me preguntáis, es mi segundo favorito, después de "La novia de Frankenstein"). Una película en la que todos los actores cumplen, y Karloff, nuevamente, y, por encima del resto del reparto, demuestra el porqué le considero un actor tan grande, literal y metafóricamente hablando...


Valoración personal: 8/10.

2 comentarios:

El Tipo de la Brocha dijo...

Y a mí que de crío me pareció un rollo... Menos mal que uno aprende a valorar estas joyas del cine con el tiempo.

Anónimo dijo...

Así que resulta que la película con Brendan Fraser es realmente un remake, menuda sorpresa. Es una pena que las películas posteriores a esta hicieran que las momias fueran vistas como unos zombis vendados.