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viernes, 30 de diciembre de 2011

El hijo de Drácula




Tercera película sobre Drácula producida por la Universal. Esta vez, entre la segunda y la tercera parte tuvieron que pasar nada menos que siete años. De la misma forma que, a principios de la década de los 40, se estaban realizando numerosas secuelas de otros monstruos de la compañía, como, por ejemplo, y sin ir más lejos, de Frankenstein, los directivos de la Universal decidieron que, igualmente, Drácula tendría más de una secuela. Ya en 1936 tuvo su segunda parte con la, a mi parecer, floja "La hija de Drácula", con una sosaínas y aburrida Gloria Holden interpretando a la supuesta hija del conde. En 1943 el turno de hacer del hijo varón de Drácula recayó en Lon Chaney Jr. Esto es algo que no deja de ser curioso, ya que, a principios de los años 30, poco antes de la muerte de su padre, se decidió que Lon Chaney Sr. sería el conde en el film "Drácula", de Tod Browning. Cosa que, para bien o para mal, y debido a la muerte del actor, no pudo ser, siendo éste sustituido por un impresionante Bela Lugosi que cambió, definitivamente, la imagen que se tenía del vampiro en el imaginario colectivo.


Ficha técnica:

Título: El hijo de Drácula

Título original: Son of Dracula

Año: 1943

Duración: 80 min.

País: Estados Unidos

Director: Robert Siodmak

Guión: Curt Siodmak, Eric Taylor

Música: Hans J. Salter

Fotografía: George Robinson

Reparto: Lon Chaney Jr., Robert Paige, Louise Allbritton, Evelyn Ankers, Frank Craven, J. Edward Bromberg, Samuel S. Hinds, Adeline De Walt Reynolds, Pat Moriarity, Etta McDaniel, George Irving

Productora: Universal Pictures

Género: Terror. / Vampiros. Drácula.


La historia tiene lugar unos cuantos años después de los hechos acontecidos en la segunda parte. De hecho, personajes como el profesor Van Helsing parecen haber pasado a mejor vida. Todo comienza en el sureste de Estados Unidos, en la zona de los pantanos. Los protagonistas de la historia son, como era habitual en estas producciones de los años 30 y 40, gente asquerosamente adinerada, con numerosas propiedades y personas de raza negra con pronunciado acento sureño que les servían a pies juntillas (que no se diga que estas películas no eran racistas, aunque por entonces esto no estuviese mal visto por la mayoría de la sociedad). A la estación de un pueblo de esa zona del continente norteamericano llega el equipaje de un tal Alucard (Lon Chaney Jr.), un conde procedente de un remoto y yermo lugar de Europa, que ha sido invitado a una fiesta en una hacienda propiedad del padre de la muchacha que le ha invitado, llamada Katherine Caldwell (Louise Allbritton). La joven, a pesar de estar prometida con otro hombre, de nombre Frank Stanley (Robert Paige), siente algo por el misterioso extranjero, un interés similar al que siente por las ciencias ocultas...

Durante la fiesta, el padre de Katherine es asesinado por Alucard, quien es, como pronto descubrirá el doctor Brewster (Frank Craven), el mismísimo Drácula, que parece haber vuelto de entre los muertos. Brewster, en un principio, sospecha que dicha muerte tiene algo que ver con la llegada del tal Alucard al lugar, con lo que pronto se pone en contacto con un socio suyo que vive en Europa, el profesor Lazlo (J. Edward Bromberg), un tipo que no cree en los vampiros, pero que tampoco se niega a creer en ellos... Pronto, Katherine es convertida, voluntariamente, en vampira por el propio Alucard, quien, para desgracia de Frank, pasa a ser el nuevo esposo de la joven, ahora inmortal como su nuevo marido. Frank, presa del terror y de los celos, abre fuego contra el conde, tan sólo para ver como las balas le atraviesan e impactan en Katherine. Tras esto, es acusado de asesinato y encerrado en comisaría, en donde, tan pronto comienza a hablar de lo que sucedió, todos le tachan de loco. Todos, excepto cierto doctor que sospecha de cierto extranjero...


Y esta es la premisa de la película, una historia en la que se mezclan elementos propios de las películas de Drácula: el doctor experto en vampiros que parece ser su némesis dados sus conocimientos de vampirismo, la joven víctima femenina que es seducida por el conde, el prometido de ésta que lo pasa mal por recuperar a su amada, etc... El título "El hijo de Drácula" sólo sirve para confundir al espectador. En ningún momento de la cinta se nos dice que estemos ante el hijo del conde Drácula. Es más, lo único que esta película tiene en relación a las anteriores es que, en un determinado momento, se nos dice que el conde fue asesinado tiempo atrás, nada más; aunque el vampiro aquí presente bien podría haber sido considerado el heredero directo del conde, su digno sucesor, ya que, a diferencia de Mary Zaleska (la supuesta hija de Drácula de la segunda parte del film de Browning), éste conserva los poderes del vampiro que encarnó Bela Lugosi, en 1931; aparte, posee otros tantos nuevos, tales como el convertirse en niebla y en hombre lobo. Mientras que Mary Zaleska no se convertía en nada que no fuese humano, Alucard sí puede; además, Zaleska parecía ser inmune a las cruces, símbolo de la religión católica (más razones para no considerarla no sólo la hija de Drácula, sino también para que dude de su condición de vampira), cosa que Alucard no.

El problema del film es que, mientras el padre de Lon Chaney Jr. hubiese desempeñado, quizás, un gran papel como el conde, su hijo no termina de convencer como Drácula. Perdón, como Alucard. ¿He dicho Drácula? Lo explico, antes de nada: bien avanzado el metraje, se nos dirá que Alucard no sólo tiene el nombre de Drácula escrito en sentido inverso, como tardarán en descubrir los buenos de la historia, sino que también, para sorpresa de muchos, resultará ser el propio Drácula. Estamos, pues, más que ante el hijo de Drácula, ante una posible reencarnación del mismísimo príncipe de las tinieblas. A lo que iba; Lon Chaney Jr. no termina de convencer en su papel... Como actor limitado que es, carece de la atracción, del porte, del magnetismo y del talante que sí ostentaba Lugosi u ostentarían, en el futuro, otros actores como Christopher Lee, entre otros. Chaney Jr. resulta ser un Drácula un tanto... inusual, aunque esto último es más bien debido a un guión lleno de lagunas y de sucesos inexplicables, como por ejemplo aquel en el que Alucard, en vez de morder a Katherine y hacerla, instantáneamente, su eterna esposa, decide, antes de nada, casarse con ella. ¡Pero lo peor de todo es que se casan pasando por la iglesia católica! ¿Por qué? ¡No tiene sentido!


El argumento, a pesar de estar lleno de tópicos propios del cine de terror de esa época, contiene alguna que otra vuelta de tuerca. Hasta entonces, en la inmensa mayoría de films, las mujeres siempre aparecían retratadas como personas extremadamente sumisas, que obedecían ciegamente a sus sobreprotectores y varoniles esposos... Pues bien, aquí Katherine se nos presenta como la discordia en relación a ese tipo de mujeres, ya que no sólo se permite ponerle los cuernos a su prometido con el mismísimo Drácula, sino que también, partiendo de la confianza que Frank siente hacia ella, hace que éste siga ciegamente sus consejos, cuando lo normal, en estas producciones, era que sucediese justo lo contrario.

Otro elemento a destacar es la apariencia de Katherine una vez convertida en vampira, una presencia que, por momentos, llega a eclipsar a la de Chaney Jr. como vampiro protagonista. Mientras que en "La hija de Drácula" teníamos a una mujer que aparentaba tener una avanzada edad (aunque la actriz que la interpretaba no llegara a los 30), en "El hijo de Drácula" Katherine se nos presenta como el modelo a seguir por posteriores vampiras, en posteriores producciones. Vampiras jóvenes, en su mayoría morenas y de tez blanca, con una forma de ser pícara y, dicho sea de paso, tan lujuriosas como traicioneras. De todas formas, ya en otro film de Browning, "La marca del vampiro", de 1935, vimos a una vampira así, aunque, finalmente, resultó no ser una auténtica vampira, como todos los que hayan visto esa película sabrán...


En cuanto al resto del reparto, tenemos a actores que, a pesar de no tener un gran carisma, resultan, como mínimo, convincentes. Conviene destacar al profesor Lazly, quien viene a desempeñar un papel claramente similar al que desempeñó el actor Edward Van Sloan como Van Helsing en las anteriores películas relacionadas con Drácula, aunque su presencia, finalmente, se nos antoja como algo meramente anecdótico, siendo el personaje de Brewster, en contra de lo que cabría esperar, el auténtico héroe del film.


Poco tiene que ver el argumento de esta supuesta tercera parte (considerada como tal tan sólo por el simple hecho de ser producida por la misma compañía que produjo los dos anteriores films de Drácula) con el de la novela original escrita por Bram Stoker, aunque se rescaten algunos mitos del vampirismo que no estuvieron presentes en las anteriores producciones pero sí lo estaban en la novela. Algunos de ellos, como la mencionada transformación del conde en niebla, se conservaron durante décadas. Es más, por primera vez, pudimos ver como el conde se transformaba de vampiro a humano, o adoptaba forma corpórea tras desplazarse en forma de espesa niebla. Efectos que, a día de hoy, se nos antojarán como algo que no es nada del otro mundo, pero que por entonces debieron de ser el colmo de lo innovador en cuanto a efectos especiales. Además, el vampiro volador, a pesar de que se note que es un muñeco que, a lo largo de la historia, se nos aparece, erróneamente, en distintos tamaños, consigue estar más logrado que el que salía en el film de Browning del 31. Algo es algo...


En fin, "El hijo de Drácula", una película que, a pesar de no ser nada del otro mundo, ni siquiera una película importante, en mi opinión, resulta ser más entretenida que las dos anteriores películas; una película que es un buen ejemplo de a lo que se dedicó la Universal durante la década de los 40: a limitarse a realizar secuelas de sus monstruos hasta convertirlos, a cada uno de ellos, en una especie de franquicias interrelacionadas que generaron multitud de merchandising en forma de figuras, posters, etc... De todas formas, Drácula fue, junto con el hombre lobo, de los menos explotados por la productora, teniendo tan sólo dos secuelas del film original, haciendo, tras "El hijo de Drácula", sus siguientes apariciones en aquellas producciones, también de los 40, en las que los distintos monstruos de la compañía aparecían en la misma película, todos juntos. El caso es que, volviendo a lo de antes, el hecho de que una película me entretenga, por encima de si es, objetivamente hablando, buena o mala, es lo que de verdad me importa. De ahí que le da la siguiente...

Valoración personal: 6/10.

2 comentarios:

El Tipo de la Brocha dijo...

Nunca me gustó Chaney Jr. como Drácula. No pega. La hija, por el contrario...

Anónimo dijo...

La verdad es que Chaney habría quedado mejor como un mago o un científico loco.

La chica queda muy convincente como vampira.