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jueves, 31 de mayo de 2012

Frankenstein y el monstruo del infierno




Valoración personal: 8/10.

Ficha técnica:

Título: Frankenstein y el monstruo del infierno

Título original: Frankenstein and the Monster from Hell

Año: 1974

Duración: 99 min.

País: Reino Unido

Director: Terence Fisher

Guión: Anthony Hinds (Personajes: Mary Shelley)

Música: James Bernard

Fotografía: Brian Probyn

Reparto: Peter Cushing, Shane Brian, Madeline Smith, David Prowse, John Stratton, Michael Ward, Norman Mitchell, Clifford Mollison, Philip Voss, Charles Lloyd Pack

Productora: Hammer Films

Género: Terror. / Monstruos.

¿De qué va?:

Simon Helder (Shane Briant) es un joven que se dedica a investigar el trasplante de cerebros en el interior de su apartamento. No tarda en ser descubierto por las autoridades policiales, y es detenido, juzgado y encerrado en un manicomio. Al poco de ser internado, los guardias del lugar comienzan a tratarle de forma vejatoria, pero son detenidos por el Dr. Carl Victor (Peter Cushing), quien es, en realidad, el barón Frankenstein, a quien todos daban por muerto desde hace años. Frankenstein continúa con sus experimentos en el manicomio, el cual dirige desde las sombras chantajeando al director de la institución. Simon, que siempre siguió los pasos del barón en sus investigaciones, no se lo piensa dos veces y decide ayudar a Victor en sus macabros experimentos.



Comentario:

Última película dirigida por Terence Fisher antes de su muerte, en 1980, y la única que realizó durante los años 70.

Tras el fracaso en taquilla y las críticas negativas que recibió "El horror de Frankenstein" (1970, Jimmy Sangster), la Hammer decidió reanudar la saga una vez más, recuperando el espíritu que había caracterizado a las anteriores entregas gracias a la dirección de Fisher y volviéndole a otorgar el rol del famoso antihéroe a Peter Cushing.

Por entonces este actor estaba sumido en una profunda depresión derivada de la muerte de su esposa, quien murió en 1973. Dicha depresión le deterioró físicamente y psicológicamente. De ahí que en esta película Cushing luzca un rostro demacrado y lleve puesta una peluca que disimule su vejez. A pesar de ello, este actor era tan magnífico que su situación no influyó ni un ápice en sus grandes dotes interpretativas.

El Frankenstein que aquí se nos presenta es muy serio y, además, cortante y directo en sus contestaciones. Autoritario y, como de costumbre, completamente amoral, se considera superior al resto de los humanos. Sin embargo, tras el éxito de su experimento, se volverá loco. Y es que parecía que sus fracasos eran lo único que le mantenían anclado en los límites de la cordura.

Salvo los primeros minutos de metraje, la historia se desarrolla en el interior de un manicomio, lo cual me pareció una idea más que acertada, y es que, tras los hechos acontecidos en "El cerebro de Frankenstein" (1969, Terence Fisher), el único lugar posible en el que uno se podía imaginar viviendo al barón era en el interior de un manicomio.

De todas formas, la historia de "Frankenstein y el monstruo del infierno" no tiene nada que ver con la de "El cerebro de Frankenstein", aunque el barón se nos presente con las manos quemadas (recordemos que dicha película terminaba con un incendio). La prueba está en que el barón se refiere al experimento de trasplante de cerebros como si fuera el primer experimento de esa índole que lleva a cabo. Estamos, nuevamente, ante una entrega independiente de las demás. Un nuevo reboot, por así decirlo.

La única película de la saga que es una continuación directa respecto a la anterior es "La venganza de Frankenstein" (1958, Terence Fisher), cuyo comienzo enlazaba con el final de su antecesora: "La maldición de Frankenstein" (1957, Terence Fisher).

La historia de "Frankenstein y el monstruo del infierno" no aporta nada que no se hubiera visto ya en anteriores entregas, y toma bastantes elementos de ellas. Algunos ejemplos: los ojos metidos en frascos, que parece que observan a todos aquellos que entran en el laboratorio; los enfermos mentales, auténticos conejillos de indias al cuidado de Frankenstein; la chica muda, que encuentra en el barón algo así como una especie de salvador a quien ayudar; el pupilo y asistente, que considera que la única forma de progresar en sus estudios es trabajando junto al barón, etc...

Mientras que en las producciones frankenstianas de los años 50 y 60 se hacía un mayor uso de la sugerencia que de lo explícito (cosas de la censura), aquí esa sugerencia se pierde. Casi siempre, por no decir siempre, vemos lo que los personajes ven: cómo sierran la cavidad craneal de un cadáver, a un hombre ahorcado y con el cuello degollado, el cerebro de ese mismo hombre siendo depositado en otro cuerpo, etc... Para ser una producción de la Hammer, la sangre, las heridas y los efectos especiales de maquillaje en general están más logrados que de costumbre. Son más realistas y, por ende, más efectivos. Lo que no está tan logrado es el disfraz del monstruo... A veces se nota que es de mentira.

Dave Prowse, quien ya había hecho de un hercúleo monstruo en "El horror de Frankenstein", repetía el mismo rol. Sólo que aquí parecía un gorila en vez de un humano. El horripilante y simiesco aspecto de la criatura es lo que más se ha criticado de este film. No entiendo el porqué, como si Frankenstein no pudiera experimentar con mutantes que tienen una apariencia similar a la de un hombre de Cro-Magnon. Y si es porque el traje de gorila parece de mentira, entonces yo me pregunto: ¿qué tiene eso de malo? ¡Si todo mejora cuando incluyes a una persona con un traje de gorila haciendo el ídem!

Al menos, se mantiene el elemento trágico que caracterizó a anteriores criaturas. Esto último lo vemos perfectamente reflejado en una de las mejores escenas de la cinta, aquella en la que el monstruo, teniendo un leve recuerdo de su pasado, de quién era, va al cementerio a desenterrar su propio cadáver. O sea, su antiguo cuerpo. Es entonces cuando se da cuenta de que es una abominación sin ningún lugar en el mundo, y de que no hay vuelta atrás. Lo único que le queda es vengarse de los que experimentaron con su cerebro.

Aunque las críticas no fueron muy malas, "Frankenstein y el monstruo del infierno" fue un fracaso en taquilla. Y es que, ¿quién se iba a interesar por una nueva película con aroma a clásico del mejor mad doctor de toda la historia del cine, pudiendo ir a ver las producciones estadounidenses indiscutiblemente sobresalientes que se estaban estrenando por aquel entonces? Y si no, fíjense: "La matanza de Texas" (1974, Tobe Hooper) y "El padrino. Parte II" (1974, Francis Ford Coppola), entre otras joyas más, son de ese mismo año.

Los tiempos cambian, los gustos también. La Hammer no supo adaptarse a esos nuevos tiempos, casi siempre fue fiel a su estilo clásico, el cual quedó anticuado a principios de la década de los 70, y así le fue.

No obstante, "Frankenstein y el monstruo del infierno", a pesar de ser inferior a las otras cuatro películas de Frankenstein dirigidas por Terence Fisher, no es, ni de lejos, un mal film. A mí, personalmente, me parece una película notable, fiel al tono y estilo que había caracterizado a las producciones hammerianas de la década de los 50 y 60. De hecho, mientras la veía, me sentía como si estuviera viendo una película de terror hecha cerca de finales de los años 60.

"Frankenstein y el monstruo del infierno" supone, pues, un broche de oro a toda la saga del barón Frankenstein que Fisher inició con "La maldición de Frankenstein", casi veinte años antes de la presente película.

Tres años después, en 1977, Peter Cushing y Dave Prowse volverían a coincidir en "Star Wars" (1977, George Lucas), en los papeles de Grand Moff Tarkin y Darth Vader, respectivamente. En dicha producción, Cushing recuperaría, con creces, toda la gloria perdida.

Imágenes:


























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